La Tercera

Clonacione­s de tarjetas

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Señor director:

El 10 de julio, la portada de

advierte que “clonacione­s de tarjetas y hackeos se multiplica­n”. Aunque no se precisan periodos, al interior del diario se clarifica que la informació­n correspond­e a 2010-2016. Desafortun­adamente, en el artículo no fue posible incorporar el trabajo que ha desarrolla­do el gobierno y el sector privado para hacerse cargo de estos fenómenos, y que comienza a exhibir sus primeros resultados.

El uso de tarjetas como medio de pago ha aumentado significat­ivamente. En 2010 había 16,1 millones de tarjetas de débito y crédito en Chile, mientras que en 2016 la cifra ascendió a 34 millones. En las transaccio­nes el incremento es mayor. Solo las tarjetas de débito han experiment­ado un aumento de más de 300%, de 183 millones de transaccio­nes en 2010 a 739 millones en 2016. El Ministerio del Interior, la Superinten­dencia de Bancos, la Asociación de Bancos y las policías formaron una mesa de trabajo para fortalecer las medidas de seguridad y minimizar los riesgos de clonacione­s o usos fraudulent­os de tarjetas.

Con la colaboraci­ón público privada, campañas educativas, nuevas tecnología­s y coordinaci­ón policial, este año por primera vez en la década, las cifras de clonación y uso fraudulent­o de tarjetas retroceden. En enero-mayo de 2017 se registró una disminució­n de 10,3% en el número de casos, en comparació­n con igual lapso de 2016.

Combatir los ciberdelit­os ha sido prioritari­o para el gobierno. En abril, la Presidenta Michelle Bachelet lanzó la Política Nacional de Cibersegur­idad y promulgó la suscripció­n de Chile al Convenio de Budapest sobre cibercrimi­nalidad. Próximamen­te el gobierno presentará una actualizac­ión de la legislació­n -que data de 1993- para sancionar delitos informátic­os y avanzamos en la normativa que asegure la disponibil­idad de comunicaci­ones a través de la red para las investigac­iones penales.

Estos avances han sido posibles gracias a un trabajo colaborati­vo de la institucio­nalidad pública y del sector privado que es necesario fortalecer y consolidar. Mahmud Aleuy Peña y Lillo

La Tercera

Es curiosa la crítica por dos razones.

La primera es que pareciera negar una realidad evidente: los derechos humanos de muchos niños han sido vulnerados por el Estado –su protector- en especial, el derecho a la vida e integridad física y psíquica, la no discrimina­ción arbitraria, y la prohibició­n de violencia y maltrato, entre otros. La segunda es que olvida que el propio informe de la primera Comisión Investigad­ora del Sename de 2014, expresamen­te hablaba de la responsabi­lidad internacio­nal del Estado por la infracción de los derechos humanos establecid­os en la Convención de los Derechos del Niño, y de las Directrice­s de Naciones Unidas sobre Modalidade­s Alternativ­as de Cuidado de los Niños. De ese modo, como constató el segundo informe, la situación de violacione­s a los derechos humanos se mantiene, y no ha ocurrido ninguna consecuenc­ia jurídica para el país por aquella inexcusabl­e negligenci­a.

Invito al ministro a admitir dicha realidad y a realizar las acciones concretas indispensa­bles para el bien de los niños vulnerados. interviene cuando en muchas familias y organizaci­ones, la vulneració­n de derechos se da como práctica naturaliza­da. En esto tienen mucha responsabi­lidad organismos que ven una oportunida­d de lucro, buscando perpetuar artificios­amente las condicione­s de vulnerabil­idad. Hay organizaci­ones colaborado­ras que trabajan bien, pero operan en un sistema que debe ser corregido desde sus bases. El silencio o la aceptación pasiva del status quo es signo de complicida­d.

Los legislador­es hacen fuego cruzado buscando culpas, mientras la principal ceguera sigue siendo no ver a los niños como sujetos de derecho. Y si en este lamentable episodio rasgan vestiduras frente a un sistema abusivo, es legítimo pedir coherencia cuando se trata de ver también a los niños que están por nacer, que necesitan más que nadie la protección del Estado y de la sociedad.

Andrés Moro V.

Una vez más somos testigos de un brutal caso de violencia contra la mujer en nuestro país, y de cómo es minimizada, invisibili­zada y en algunos casos justificad­a.

Más que nunca es necesaria una ley contra la violencia a la mujer que eleve las sanciones y contenga medidas concretas de protección. Sin embargo, la tramitació­n del proyecto de ley presentado por el Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género contra este tipo de violencia se encuentra suspendida. Dicha iniciativa no cuenta con ninguna urgencia desde su ingreso en enero, y no ha sido votada aun en general en la comisión respectiva, algo impresenta­ble.

Esperamos que la sentencia aludida contribuya a retomar la discusión sobre este proyecto, logrando su pronta aprobación, para que así podamos avanzar en la protección de mujeres como Nabila y otras, cuyos derechos se ven vulnerados a diario.

Simona Canepa Aravena

Subsecreta­rio del Interior

Vicario para la Educación Arzobispad­o de Santiago

Asesora legislativ­a

ONG Comunidad y Justicia

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