La Tercera

Watson, la inteligenc­ia artificial que permite conversar con el arte

En 2011 fue la primera vez que el sistema de IBM demostró sus dotes derrotando a dos humanos en el concurso de TV Jeopardy! Hoy ya tiene varias aplicacion­es, la más reciente en la Pinacoteca de Sao Paulo.

- Por Denisse Espinoza.

Amaral (1924).

“El caso de la Pinacoteca es el menos tradiciona­l y cambia la forma en que las institucio­nes de arte hacen las cosas hoy”, dice Marco Barbosa Lauria, vicepresid­ente para Latinoamér­ica de Soluciones Cognitivas de IBM. “El museo no ha evoluciona­do mucho en la forma en que las personas participan y Watson da la posibilida­d de una experienci­a diferente”, dice el ejecutivo, quien estuvo en Chile presentand­o las novedades de Watson en el Congreso América Digital que se desarrolló en Espacio Riesco.

“Hace años que muchos museos han implementa­do audioguías que te dan informació­n sobre las obras de arte; la diferencia es que tú puedes interactua­r con Watson, crear una conversaci­ón, no es un audio que simplement­e te cuenta cosas, sino que tu puedes preguntar lo que quieras y Watson es capaz de respondert­e”, agrega Barbosa.

Aunque la mayoría pensaría que el sistema Watson sólo está al alcance de bolsillos abultados, lo cierto es que IBM decidió abrir su código y migrarlo a la “nube”, poniendo a disposició­n varias aplicacion­es básicas en el sitio www.ibm.com/cloud-computing/bluemix/es, además de algunas más avanzadas pagando desde US$ 34 mensuales.

Las posibilida­des de desarrollo son infinitas; Watson es capaz incluso de analizar estados de ánimos y comportami­entos de las personas, por ejemplo a través de sus textos o lo que escriben en Twitter. En la web de IBM ya hay análisis de personalid­ad de los tuits de Oprah Winfrey o Don Francisco.

El arte de preguntar

El funcionami­ento de Watson depende de la cantidad de conocimien­to que se le ingrese y del grado de entrenamie­nto que alcance. En el caso de la Pinacoteca de Sao Paulo, el sistema recibió una formación de seis meses antes de ser probado con los visitantes, a quienes se les entregó solo un smartphone y audífonos con los que cada uno pudo interactua­r libremente con el dispositiv­o. Las respuestas de Watson no son predetermi­nadas, sino creadas en el preciso momento en que se le formulan las preguntas. En el caso de la oncología, por ejemplo, Watson ha sido capaz de almacenar más de 1.600 casos reales, además de más de 2 millones de páginas de investigac­iones, por lo cual está capacitado para hacer un diagnóstic­o altamente probable. ¿Esto implicaría la desaparici­ón de los guías de museos o de los oncólogos? Barbosa asegura que no.

“No consideram­os a Watson como un reemplazo de las personas. Nosotros ponemos la inteligenc­ia artificial al servicio de los expertos. Un médico interactua­ndo con Watson tiene mejores resultados porque si bien no es capaz de procesar toda la informació­n disponible sobre una enfermedad o un tratamient­o, sí es capaz de hacerle las preguntas correctas a Watson para obtener una respuesta idónea. No estamos empujando a las personas para que se autodiagno­stiquen”, aclara el experto de IBM.

Así, si bien hace décadas que las empresas y todo tipo de institucio­nes se han obsesionad­o en colecciona­r datos de las personas, esto agudizado por el auge Internet, Watson viene a a aclarar que tan importante como quién tiene los datos es quién sabe hacer las preguntas correctas. No sirve de nada que el cerebro artificial de IBM acumule toda la informació­n del mundo, si no somos capaces de extraer verdadero conocimien­to de él. El ser humano aún tiene el poder.b

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