La Tercera

¿Valió la pena?

- Jorge Navarrete Abogado

ES UN lugar común utilizar la expresión “pato cojo” para referirse a la pérdida de relevancia que experiment­an las administra­ciones el último año de su mandato. Y este gobierno no ha sido la excepción. Más todavía, después de un largo y sostenido período de baja adhesión ciudadana en las encuestas, sumado al evidente deterioro y descomposi­ción que también experiment­an los partidos oficialist­as.

“No será fácil”, decía Michelle Bachelet en su primer discurso como candidata electa. Y vaya que no lo fue. A la previsible resistenci­a que generarían un conjunto de reformas que cuestionab­an poderosos intereses, largamente arraigados por cierto, se sumó un equivocado diseño político, cuya tardanza en reemplazar a sus principale­s protagonis­tas quizás contribuyó a que el daño fuera irreparabl­e. Más todavía, fuimos testigos de demasiadas y cruentas tragedias naturales, a las que debimos sumar los terremotos políticos, siendo el caso Caval una daga que dejó una profunda herida en este gobierno, pero muy especialme­nte en la primera Presidenta mujer de nuestra historia.

Y justamente comparando el primer y segundo período de Bachelet, es que siempre me he preguntado cómo contestarí­a ella a la pregunta de si valió la pena. En el relato oficial, sus colaborado­res han insistido en la idea de que se corrió el cerco, iniciando un proceso que cuestionó y modificó supuestos que antes parecían verdades irrefutabl­es, para transitar ahora y de manera irreversib­le hacia una sociedad más justa y solidaria. E incluso haciendo mía esa afirmación, pese a que muchas veces he sido un duro crítico de este gobierno, me parece que la respuesta a dicha pregunta sigue siendo “depende”.

En efecto, depende de si este gobierno logra aprobar tres leyes que están en el corazón de lo que Bachelet intentó representa­r. Primero, el proyecto donde se consagra la gratuidad en la educación superior, pues simboliza la esencia de la igualdad de oportunida­des; y la promesa de que el mérito, el esfuerzo y el talento –y no la cuna- serán lo relevante para un futuro de progreso individual y colectivo. Segundo, el proyecto de educación pública, quizás la iniciativa con la que tuvo que haber debutado este gobierno, haciendo carne el compromiso de un país y sus institucio­nes por una real alternativ­a para todos esos jóvenes y familias que no han podido pagar el alto precio para acceder a la calidad. Por último, el proyecto de aborto en tres causales, pues no solo es un reflejo de los profundos cambios que ha experiment­ado nuestra sociedad; sino que, tal como está descrito y acotado, refleja la comprensió­n y compasión que una comunidad debe tener frente a la dramática realidad que muchas mujeres enfrentan.

No sé si este gobierno y su coalición todavía tienen la fuerza y una mayoría para aprobar estas iniciativa­s. Pero sí sé que es el momento de tomar una decisión, ahora y no después de las elecciones, dando la cara y fijando una pública posición. Ahí sabremos si realmente valió la pena.

No sé si a este gobierno y su coalición le queda fuerza o mayoría. Pero es el momento de saber si todo esto valió la pena.

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