Cuidar a nuestros niños
Señor director:
Los países demuestran su cultura y madurez en la forma que cuidan a sus niños y a los más vulnerables de su sociedad. Desde hace años, en Chile no hemos estado a la altura de las necesidades de los niños del Sename, ni como Estado, ni tampoco como sociedad civil.
En el Congreso se han discutido las responsabilidades de los diferentes actores, con miradas que no dejan de plantear oportunismo con defensas corporativas y políticas. Por otra parte, grupos de expertos han propuesto diferentes líneas de acción en los ámbitos del cuidado de la salud, calidad de la educación, mejor infraestructura, mayores recursos y futuro desarrollo del sistema.
Recientemente la Conferencia Episcopal hizo un importante llamado a abordar con urgencia las necesidades de los niños del Sename. Esta solicitud ya estuvo presente hace más de tres años, sin que se corrigieran las graves falencias en el trato a los niños abandonados. Los obispos han insistido en la urgencia que esto amerita, por tratarse de la vulneración de derechos esenciales de los niños, que debieran ser los más preciados de nuestra sociedad.
Desde la UC pensamos que esta situación amerita un esfuerzo adicional del Estado, es decir requiere poner recursos de emergencia, del tipo de los que se ponen cuando hay un terremoto u otra catástrofe nacional. Porque no hay peor drama que el que aqueja a estos niños, que nacieron en una familia que no los pudo acoger, y que luego tienen una segunda oportunidad en un hogar, en donde encuentran maltrato, dolor y angustia.
Nos debemos preguntar, ¿puede haber un terremoto social más grande?, ¿acaso no es para poner fondos de emergencia? ¿Es más importante que se caigan puentes, que se deteriore una carretera o que se fracture la confianza y el trato del Estado para proteger a sus menores?
A veces nos preocupamos más de lo material que de lo que más importa, que son las personas. En especial los niños, que son nuestro presente y futuro. Ellos no pueden esperar, por lo que hoy debemos tener un sentido de urgencia. Ignacio Sánchez D. a nuestros socios comerciales, síntomas que atribuían a la desconfianza generada por las pretensiones refundacionales del gobierno.
En este caso la suma de mediciones y factores que se han estancado, o han ido a la baja, han generado un punto de inflexión en la imagen internacional de Chile. Estos factores son parámetros objetivos, como el bajo crecimiento económico sostenido, la baja inversión, el déficit fiscal y la deuda pública.
A su vez, el deterioro de cada uno de los elementos mencionados ha sido consecuencia de una suma de factores y malas decisiones que ha efectuado esta administración, al imponer reformas innecesarias y apuradas, pobremente diseñadas y mal implementadas.
En los primeros dos años de este gobierno el gasto público aumentó 3 veces lo que creció el PIB, su sobreexpansión está cayendo por su propio peso.
Al cierre de 2016 la deuda pública alcanzó un 21,7% del PIB, la cifra más alta desde 1994, y la próxima administración deberá asumir una deuda entorno a 26% del PIB, junto a un financiamiento comprometido que hará llegar la deuda hasta los 30 puntos para 2019.
Para recuperar la confianza y rectificar el rumbo del país se requiere un cambio definitivo en materia económica. De momento, las malas políticas implementadas las pagamos todos, especialmente los más necesitados.
José García Ruminot de las multiplicidades de formas y estrategias respecto de cómo la vida se ajusta a un medio ambiente en permanente cambio. Pretender pontificar sobre la inamovilidad de las cosas y procesos vitales del cosmos, es quizás un atributo único y característico de seres humanos que se desenvuelven en un dominio distinto del saber y del conocimiento.
Por eso resulta curioso, irritante a ratos, el recorrido que inició hace algunos días el autodenominado “Bus de la Libertad”, con sus mensajes de inamovilidad y pseudo-axiomas mesiánicos sobre algunos aspectos puntuales de la vida.
Como bien manifestó un ex precandidato presidencial, los que promueven el itinerario del mencionado vehículo “no han entendido nada” sobre lo que significa la vida en esta tierra. Significado que, por cierto, va muchísimo más allá de los penes y vaginas que colman el imaginario culposo y estrecho de los promotores de dicha iniciativa. Marcelo Saavedra Pérez creado en torno a la obra del arquitecto, pero en este barrio de Vitacura ni siquiera una plaza lleva su nombre. Un municipio con recursos está en buen pie para reconocer valores culturales en su comuna y avanzar en acciones urbanísticas que propicien su conservación, en sintonía con los fundamentos que ofrece la Ley General de Urbanismo.
Rector, Pontificia Universidad Católica de Chile
Senador por La Araucanía
Biólogo