Controvertido Rigoletto
momentos sublimes (Gilda caminando con sus asesinos o el bufón marchándose tras la muerte de su hija). La recreación de los distintos ambientes tendió a la fealdad, aunque fue un acierto en la decadencia de la casa de Sparafucile.
Con una partitura cuya melodía está al servicio del teatro y cuyas partes están tremendamente descritas, Max Valdés condujo a la Filarmónica con corrección, sencillez y con cuidadoso acompañamiento a los cantantes, que, en definitiva, fueron los que elevaron la función.
Aunque se anunció que Sebastián Catana estaba con un cuadro alérgico, ese impasse poco se percibió, pues encaró a su Rigoletto con toda la contradicción y complejidad que rodea al personaje. El barítono, de timbre oscuro y resonante, dio un emotivo Cortigiani, vil razza dannata y fue desgarrador hasta su Maledizione final. La transición de niña a mujer de Gilda se reflejó en las buenas manos de Sabina Puértolas. Su propia fragilidad física, que la hizo aún más creíble, estuvo acompañada de cualidades vocales expresivas y de una emisión curiosa, pero interpretativamente efectiva.El gran descubrimiento fue el de Judit Kutasi (aunque Maddalena le queda chica). Impresionante el Monterone de Ricardo Seguel, que cantó con volumen y solemnidad. Muy bien se sumaron Javier Weibel, Claudio Cerda, Rodrigo Navarrete, Pamela Flores y el Coro , que estuvo magistral
Rigoletto
De Verdi. Dir. escena: W. Sutcliffe. Dir. musical: M. Valdés. T. Municipal. Agustinas 794, Santiago.
Ma a ju 19.00. Vi. 17.00.