Democracia inconclusa
EL “MUSEO DE LA DEMOCRACIA” NO PROSPERARÁ, PORQUE NO TERMINARÍA CONTANDO LA HISTORIA DE UNA TRANSICIÓN EJEMPLAR SINO LA DE UNA DEMOCRACIA TUTELADA.
Ante la decisión de la derecha de llevar al Tribunal Constitucional (TC) el proyecto de aborto en tres causales, el expresidente Piñera ha señalado que “las mayorías no pueden hacer cualquier cosa y que para eso está la Constitución”. En efecto, la historia de la democracia chilena, a partir del año 90, ha sido la de una larga brega por lograr que las mayorías puedan expresarse -es decir, hacer lo que democráticamente quieran- a pesar de la Constitución.
La singular propuesta, que surgió hace un tiempo del propio expresidente, de crear un “Museo de la democracia” tendría como resultado un relato histórico -si predominara una mínima probidad intelectualsobre la imposibilidad de la soberanía popular de poder expresarse a cabalidad bajo el régimen político post 90. Dicho Museo imaginario tendría que dar cuenta de cuestiones tan poco explicables, en términos democráticos, como que el dictador siguió por casi ocho años de Comandante en Jefe del Ejército y, luego, por un breve período, de senador vitalicio. Consignar la inamovilidad de los Comandantes de las FF.AA. y de Orden y los poderes extrademocráticos del Consejo de Seguridad Nacional, expresión de la no sujeción plena del poder militar al poder civil. Debería contar y explicar por qué, hasta el año 2005, existieron senadores designados y cómo un sistema electoral binominal combinado con altos quórums constitucionales transformaba a la mayoría en minoría tras cada elección. A su vez, este singular Museo debería dar cuenta de quienes se opusieron sistemáticamente a modificar estos mecanismos e instituciones contramayoritarias.
Dicho relato histórico se prolongaría hasta hoy describiendo el rol que ha pasado a jugar el TC -tomando la posta que dejara el fin de los senadores designados y del sistema binominal- como resorte contramayoritario principal, responsable de evitar que las “mayorías hagan cualquier cosa”. Un Tribunal de composición binominal y, hoy, de mayoría conservadora, donde no se oirán argumentos jurídicos y políticos distintos a los que se han dado en el largo debate parlamentario sobre el aborto en tres causales, y donde se fallará, en consecuencia, con un criterio estrictamente político. Tanto así que la única posibilidad de que éste no baje el proyecto depende de que sus integrantes conservadores ponderen que es mejor -por esta vez- no contravenir de manera tan flagrante la voluntad parlamentaria y la mayoría social que respalda esta causa y, así, no acentuar el acelerado desgaste de legitimidad que el TC ha venido sufriendo.
El resultado del TC aun no lo sabemos. Lo que es bastante seguro es que el “Museo de la democracia” no prosperará, no solo porque como idea es algo atrabiliaria, sino porque, al contrario de lo que sus promotores quisieran, no terminaría contando la historia de una transición ejemplar sino la de una democracia tutelada e inconclusa.