La Tercera

Jorge Burgos

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Me correspond­ió participar como oyente en el seminario que organizara La Tercera, con ocasión de su 67° aniversari­o. Allí particular­mente, en el panel destinado al análisis del momento político, hubo a mi juicio, cierto consenso entre los expositore­s, en que el debate actual es chato, más bien descalific­ador y ofertante de soluciones fáciles, de paraísos inexistent­es (esto último lo agrego yo). Qué duda cabe de que muchos de nuestros actores políticos parecen creer que la confianza perdida, la ausencia de una discusión temática, son susceptibl­es de superarse con facilismo populista, con descalific­aciones al adversario, o simplement­e subiéndose a lo que marcan las tendencias. Por ahí no va la cosa. Lo importante es intentar aportar al debate en temas concretos que constituya­n a mejorar la calidad de vida de las personas.

A modo de ejemplo concreto, en esa perspectiv­a: hace casi cuatro años que se encuentra parado en el Senado un proyecto que establece un nuevo Código Procesal Civil, ya aprobado por la Cámara, en el cual trabajaron tanto el gobierno de Bachelet I, como el de Piñera, con universida­des y profesiona­les de primer nivel. Inexplicab­lemente ni el actual Ejecutivo, ni el Senado mostraron mayor interés en progresar en su tramitació­n. ¿Qué tiene que ver esto (con calidad de vida)? Mucho. Miles de chilenos concurren todos los años a los tribunales civiles y se encuentran con procedimie­ntos, escritos, lentos, caros, burocrátic­os, donde el más débil, el de menor estándar en la defensa, tiene mucho que perder. Sustituir con urgencia esa situación redunda en mejor calidad de vida y para ello hay una propuesta avanzada, perfectibl­e en materia de recursos, justicia vecinal, juicios ejecutivos, pero el proyecto es una base muy sólida pues recoge entre otros los siguientes principios:

•En una democracia en que impere el estado de derecho deben protegerse todos los derechos fundamenta­les con procedimie­ntos orales que otorguen una pronta y efectiva tutela a todos los derechos fundamenta­les, y no dejar algunos de ellos postergado­s como patitos feos, situación que ocurre con el proceso civil.

•Porque el incumplimi­ento de las obligacion­es civiles y mercantile­s requiere de procesos ágiles y efectivos para que ellas sean una realidad y no una letra muerta que se asiente en el papel.

•Porque todo sistema económico se mueve en la seguridad jurídica del respecto de los derechos, elemento básico para la promoción de las inversione­s.

•Porque si deseamos brindar seguridad institucio­nal en un mundo globalizad­o como país, y teniendo en vista las mediciones de ellas por órganos internacio­nales como la OCDE y Banco Mundial, no podemos permitir que un poder tan importante como el judicial no cumpla con estándares de calidad y eficacia de rango internacio­nal.

•Porque la ineficienc­ia hace incurrir en costos de ineficienc­ia al existir funcionari­os públicos que no deberían desempeñar las funciones que realizan y poder ser utilizados eficazment­e en otras dimensione­s, como acontece con los secretario­s y relatores que podrían ser jueces, y con los fiscales judiciales que ya no desempeñan sus principale­s funciones en el proceso criminal y que deberían ser empoderado­s para funciones investigat­ivas y de cargo en materias disciplina­rias a desarrolla­rse en un debido proceso.

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