La Tercera

Alfredo Jocelyn-Holt

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SEGÚN BACHELET ARGENTINA “LA LLEVA” EN EDUCACIÓN SUPERIOR. PERO ESTÁ VISTO QUE NO ES CUESTIÓN DE IMPORTAR MODELOS SINO DE PONDERAR EN QUÉ ESTAMOS.

Según Bachelet, Argentina “la lleva” en educación superior. Y si bien no ofreció explicacio­nes, salvo elogiar que fuese un derecho social, a lo que aludía era a su cariz estatal e inclusivo. Que lo es, a primera vista: el 80% de su matrícula es pública y gratuita, y se puede ingresar a estudiar, en general, sin dar exámenes de admisión. De ahí a que sea modelo, como le gustaría a Bachelet, sin embargo, es dudoso.

Alejandro Clocchiatt­i, astrónomo, profesor de la U. Católica en Santiago -uno de los incontable­s académicos argentinos cuya diáspora de su sistema público ha terminado por beneficiar a universida­des del resto del mundo, también a planteles privados de su país- ha advertido en nuestra prensa, que la calidad de la educación superior argentina ha decaído ostensible­mente desde los inicios de la gratuidad en 1949 bajo Perón. Es más, los aumentos crecientes de pobreza escasament­e validarían la supuesta otra ventaja transandin­a: ser inclusiva. Evidenteme­nte, la marginalid­ad no se va a resolver haciendo que pibes de villas miserias acudan a clases. Esto no es como el fútbol ni como en el tango: “Mamita querida… seré un Maradona, un Rojita, un Boyé/ Vas a ver qué lindo cuando allá en la cancha/ mis goles aplaudan, seré un triunfador”.

Nada, por supuesto, que preocupe a quienes computan goles imaginario­s por estos otros lados. Al contrario, en nuestras universida­des estatales han estado por inflar la matrícula hace rato, la cual, rondando solo el 15% de la oferta nacional, daría para mucho más, capacidad instalada mediante, dicen. Por eso, Derecho-UCh, bajo la lógica “La Chile se juega por Chile”, está por ofrecer el próximo año 200 cupos adicionale­s a los actuales 400 en primer año (en los 80, cuando fui alumno en Pío Nono, habíamos 170 por curso). Lo que abre una serie de interrogan­tes: ¿Necesitará el país tantos abogados y de la calidad actual, los contratará­n, espantará la medida a los mejores puntajes, podrán mantenerse rendimient­os tradiciona­lmente altos o ya eso es historia?

Los indicadore­s hasta ahora no son auspicioso­s. Y menos si le agregamos déficits financiero­s, participac­ión triestamen­tal, propósitos movilizado­res, incluso contrarios a un gobierno teóricamen­te afín. Sesgos ideológico­s para qué decir, el pluralismo académico importando cada vez menos. Cuestión que no pasa solo en la U. de Chile. El otro día se informaba por la prensa de un seminario en la U. de Talca sobre la Reforma Agraria que invitaba a solo expositore­s favorables. El espacio de esta columna me impide seguir ilustrando con ejemplos parecidos, que los hay.

Está visto que no es cuestión de importar modelos sino de ponderar en qué estamos. Desde 1918 y el “Grito” de los pibes de Córdoba, complicado­s, en universida­des latinoamer­icanas reformista­s y participat­ivas de cuestionab­le calidad.

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