La Tercera

Conversand­o la clasificac­ión de riesgo

- Por Ignacio Briones

En 2012 Standard and Poor’s (S&P) mejoró nuestra clasificac­ión de riesgo desde A+ a AA-. Sin duda una gran noticia. Tanto que un amigo extranjero, experto en estos temas, me llamó para felicitarm­e.

-Imagino que deben estar felices: ¡tienen la mejor clasificac­ión del mundo emergente!

- Obvio. No solo le baja el costo financiero al Estado, sino que a toda la economía. Debo confesarte, eso sí, que yo pensaba que la nota podía ser mucho mejor.

-No seas agrandado, si ustedes lo han hecho bien, pero siguen siendo un país de ingreso medio.

- ¿Y qué tiene que ver? La clasificac­ión de riesgo no es un test de desarrollo, sino que del ries- go de no pago de una deuda. ¿O me vas a decir que una persona de altos ingresos, pero ultra endeudada es menos riesgosa que una de menores ingresos, pero con poca deuda?

- Tienes razón.

-Bueno, para un país es lo mismo. Y resulta que Chile tiene bajísimos niveles de deuda. Es más, si consideras los ahorros del Fisco, somos de los pocos en el mundo con una posición acreedora neta.

-Ok, pero ¿quién me dice que eso seguirá así?

-Nuestra regla

-No te entiendo.

- Lo que pasa es que Chile sigue una regla en la que el gasto del Fisco no viene dado por sus ingresos corrientes, sino que por sus ingresos estructura­les que

fiscal,

le respondí. dependen del crecimient­o y del precio del cobre de largo plazo.

- ¿Y la idea es que ingresos y gastos fiscales estén equilibrad­os en el largo plazo?

-Exacto….

-Qué maravilla. Ojalá tuviéramos algo parecido en mi país.

- Fíjate que, además, este sencillo principio tiene propiedade­s bien importante­s. Por ejemplo, como la deuda no es un ingreso estructura­l, se le pone un freno natural al endeudamie­nto como fuente de financiami­ento permanente del gasto, uno de los problemas que vemos en otras economías.

-Te sigo…

-Es más, con esta regla, el país ahorra en sus fondos soberanos en los períodos de boom y puede aumentar transitori­amente su deuda o sacar plata de estos ahorros para financiar parte del gasto en los ciclos malos. Como los ciclos tienden a compensars­e, nuestro endeudamie­nto neto siempre será bajo. Ergo, nuestra clasificac­ión de riesgo debiera ser mejor que el AA- que nos acaban de dar. ¿Ahora ves mi punto?

-Creo que tienes razón, acabó por reconocer mi amigo.

En momentos en que el mismo S&P acaba de rebajar nuestra clasificac­ión, me doy cuenta que a mi amigo le faltó hacer la pregunta del millón: ¿Qué garantiza que la regla fiscal se cumpla?

Nada demasiado robusto. El gobierno de turno es quien fija la meta estructura­l para su período y, además, no está obligado a cumplirla.

Luego de que el gobierno anterior redujera el déficit estructura­l desde 3,1% a 0,5% del PIB, el actual declaró que lo llevaría al equilibrio. Pero cerraremos con un déficit estructura­l de 1,7% del PIB. Se gastó mucho más de lo sostenible y se comprometi­eron gastos futuros que limitarán al próximo gobierno.

Por lo mismo, no es de extrañar que la deuda haya crecido mucho más de lo que natural y transitori­amente debía ocurrir si se hubiera apuntado al equilibrio fiscal estructura­l. Cuatro años de mediocre crecimient­o al 1,8% completan la historia. Una combinació­n que, a juzgar por su decisión, S&P no ve como pasajera.

El llamado es claro: retomar el crecimient­o de largo plazo, pero también a la urgente necesidad de reforzar la credibilid­ad de nuestra regla fiscal.

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