Las viejas canasteras
Hace algunos años, el gran Alberto Fuguet protagonizó una épica discusión con el sector más conservador y palurdo de la crítica de espectáculos nacional. ¿El tema? Una muy mala película llamada El profesor de Música. Fuguet tuvo la deliciosa desfachatez de definirla como una cinta “para viejas canasteras” y ardió Troya.
Pues bien, sin afán de volver a utilizar como metáfora a tan distinguidas cortesanas, creo imperioso volver a dicha imagen para graficar algo que, me parece, ensucia hace rato el recto análisis de nuestra prensa deportiva. Hay que ser muy chismoso o, lo que es peor, muy ignorante en materia profesional y futbolística si, para analizar el trabajo de algún entrenador, para calificarlo de bueno o malo, se utilizan -otra vez y no es la primera- conceptos tan infantiles como si el tipo es “pesado” o “simpático”. Todo esto, claro, a partir del intento de fusilamiento a Pablo Guede tras las sospechosas y destempladas declaraciones del exonerado Mark. ¿Qué tipo de conventilleo miserable es ése? ¿Qué conversación propia de una mala junta de vecinos? ¿A quién le puede importar la personalidad de un profesional por encima de su talento o capacidad de trabajo?
¿Entrena bien Guede? ¿Tiene métodos novedosos? ¿Trabaja muchas horas? ¿Hace que su equipo juegue bien? ¿Es un aporte? Ésas son las preguntas que debiera hacerse una persona seria. Si es bonito, feo, agrandado o tímido obviamente da lo mismo. No es parte de una discusión normal. Si no, se corre el riesgo de hacer otra vez el ridículo, como ya lo hizo buena parte del medio local con Riera, con Jozic, con Pellegrini, con Bielsa, con Sampaoli. Con los mejores, casualmente. Y ojo que no comparo a Guede con ellos. Está a años luz. Lo que comparo son las formas. El tipo de razonamiento, tan torpe. El nivel pueblerino del diagnóstico.
¿Así de bruto y mala leche es nuestro gremio que lo más definitorio de Riera y Pellegrini pasó a ser su carácter de cuicos o que peleaban con la prensa? ¿Tan poco sabemos de fútbol que se llegó a decir que Jozic no aportaba nada porque le “exigía demasiado al equipo”? ¿O que Bielsa era un error de la ANFP porque era muy “obsesivo” y “no daba entrevistas ni dejaba entrar a Pinto Durán”? Así fue pues ¿o no se acuerda? Sigo: ¿tan vacas somos todos que lo más importante para definir a Sampaoli pasó a ser que “siempre quería más plata” o supuestamente “reventaba a los jugadores con su exceso de entrenamientos”? Por Dios. Y ahora la “arrogancia” de Guede.
No puede ser que nos pase siempre lo mismo. Es triste, alarmante, demostrativo. Para algunas cosas seguimos siendo muy básicos ¿Están buscando un yerno, un amigo, un mejor compañero? Ya sé lo que me va a decir: que parte de las materias importantes de todo profesor es el manejo grupal. Cierto. ¿Y no lo tenía Riera cuando echó al Cuacuá? ¿No lo tenía Jozic cuando limpió el plantel de los más flojos? ¿No lo tenía Bielsa cuando sacó a Sanhueza y retó a Vidal o Isla hasta que aprendieron? ¿No lo tienen todos los que te obligan a ser mejor? Es parte de la pega de cualquier jefe: corregir, enseñar y prescindir de los que considera más débiles dentro del grupo. Esas también son habilidades blandas. Hay que pulir, elegir, seleccionar. El deporte de elite es de altísima competencia. Y los que no den el ancho, como ha pasado ahora en Colo Colo, se irán enojados. Ley de la vida.
Habla mal de nosotros seguir instalados en niveles de excelencia donde se prefiere al profe comprensivo y bonachón que al estricto e implacable. O el chilenito, porque es de la tribu, que al extranjero “vende humo”. Hasta cuándo. No podemos seguir siendo tan aficionados, simplones e insustanciales en un mundo que hace rato es terreno exclusivo de los más exigentes. No podemos seguir preocupados, como primera derivada, de puras payasadas. ¿Es pesado Guede? ¿Bipolar? No sabemos, pero da lo mismo. Preocupémonos cuando el equipo juegue de verdad mal, sean titulares los que trotan o no exista el protagonismo que pide la historia alba. ¿El resto? Maní.