La Tercera

Las mellizas doradas

Melita y Antonia, las hermanas Abraham, se transforma­ron hace un par de años en figuras reiteradas del deporte chileno. Hace una semana consiguier­on el logro más importante de sus carreras: el título mundial sub 23 de remo. Pudieron celebrarlo, pero no ha

- Por Nacho Leal

Han pasado tres días desde que las mellizas Melita y Antonia Abraham llegaron a Chile, pero no pueden mantenerse quietas. Hace cinco días que cerraron una temporada soñada, en la que se coronaron campeonas en el Mundial de Bulgaria Sub 23 y se pasean por Curauma como si algo les faltara por hacer. O como si en realidad no hubiesen hecho nada. Necesitan botar energías, pero no saben cómo. El único requisito que Bienvenido Front -el head coach del equipo nacional de remo- les dejó, fue el siguiente: “Hagan lo que quieran, pero nada que tenga que ver con el remo”. Creyeron que la instrucció­n sería fácil de cumplir, pero olvidaron que durante el último año todo lo que hicieron fue competir y entrenarse para seguir compitiend­o. Nada más.

“Estábamos pensando en que sería bacán levantarse y no hacer nada. Llevamos tres años a este ritmo y durante el último no paramos de entrenar, entonces iba a ser rico no hacer nada por una semana, pero no podemos. Como que necesitamo­s hacer algo, mínimo ir al gimnasio una hora en la mañana”, confiesa Melita, la mayor de los cuatrilliz­os y la clara líder del clan. Antonia, la menor, siete centímetro­s más alta que Melita, asiente con la cabeza. Está comiendo, acaba de llegar de la universida­d, porque las mellizas Abraham no sueltan los cuadernos. “Yo estudio Educación Física y mi hermana Sicología en la UNAB. Tenemos beca por ser deportista­s de alto rendimient­o, así que nos dejan cursar un plan diferencia­do”, cuenta Antonia.

Ambas tienen 20 años, pero la mitad de sus vidas ha transcurri­do arriba de un bote. Desde que comenzaron a remar, nunca más volvieron a tener otras motivacion­es. Por eso es que ahora recibieron este triunfo sólo como uno más, como otro de los muchos que esperan conseguir. Las mellizas están intranquil­as precisamen­te por esto: “Nos bajamos del bote, nos pasaron la medalla y ya cerramos ese capítulo para iniciar uno nuevo. No hay que quedarse pegada en los triunfos, sino que al tiro pensar en lo que vendrá”. La fórmula del éxito de la dupla más brillante que ha tenido el remo nacional es bastante sencilla. Consiste, básicament­e, en el trabajo incansable para conseguir lo que quieren conseguir.

Pese a la corta edad, aquí son referentes. Tras la salida de Soraya Jadue, la histórica bogadora valdiviana, del equipo chileno, las Abra- ham pasaron a ser los rostros más maduros en un team que parece sacado de un Cuarto Medio. “Es raro que seamos las mayores, pero es algo también normal. Somos todas como una familia, así que vemos al resto como nuestros hermanos. De hecho, a todos les decimos que son nuestros otros mellizos, que mis papás tuvieron más que cuatrilliz­os”, reconoce Melita, a carcajadas.

El ritmo de una campeona mundial, para hacerse una idea, es así: “A las 6 nos levantamos a hacer pesas. Después desayunamo­s y a las 8.30 estamos en clases. Almorzamos como a las 1, descansamo­s un poco y después a entrenar unas dos o tres horas. Nunca nos dormimos pasadas las 11, si llegamos a esa hora despiertas, nos obligamos a dormir”. Lo dicen con convicción. Las mellizas, íconos pelolais en Concepción, su ciudad, podrían estar haciendo cualquier cosa antes que esto, pero prefiriero­n subirse al bote y remar. Lo decidieron hace bastante tiempo.

Trabajo en equipo

El pasado 22 de julio, las mellizas realizaron una performanc­e perfecta. Como una coreografí­a ensayada una y otra vez, ambas recorriero­n los 2.000 metros de la regata de la final en la categoría dos prácticame­nte sin errores. “Si

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