PARA HACER FRENTE A SEBASTIÁN PIÑERA, EL GOBIERNO SE EMBARCA EN UNA “AGENDA ELECTORAL”. ASÍ SE ENTIENDE LA REFORMA PREVISIONAL, O LA NUEVA CONSTITUCIÓN.
Cuando los vientos soplan en contra aparecen las jugadas electorales para intentar revertir lo que para el oficialismo y La Moneda constituye hoy su peor pesadilla: la desesperación de perder el poder y, con ello, todas las prebendas de los cargos del Estado. El ejemplo más claro ocurrió en 1999, cuando apenas 11 días antes de la presidencial el gobierno impulsó una reforma laboral con el solo propósito de generar efectos electorales, ante el temor cierto de que Lavín pudiera ganarle a Lagos. Poco importó si el proyecto era malo para el país o si tenía alguna posibilidad de convertirse en ley. Lamentablemente, las historias se repiten.
A medida que se afianza el favoritismo del ex Presidente Piñera, la administración Bachelet aparece embarcada en construir una “agenda electoral” para los meses que le restan, que poco y nada tiene en cuenta el interés del país. Solo buscan instalar debates creyendo que les pueden generar algún dividendo en las encuestas o las urnas.
Pero los ciudadanos no son tontos y no se van a dejar engañar. ¡La antigua politiquería!
¿Alguien entiende que el Ejecutivo insista en enviar una reforma previsional, cuando quedan apenas seis meses de legislatura en el Congreso? Nadie. Menos cuando el sentido común indica que un cambio de esta envergadura requiere un consenso transversal, que el Ejecutivo no ha sido capaz de construir, y ni siquiera tiene control sobre sus propios parlamentarios para darle sustento. Nadie manda una reforma previsional en plena campaña; solo es una estrategia electoral.
Lo mismo ocurre con la reforma constitucional que se prepara para su envío al Congreso y que representa, sin duda, el debate institucional más importante que puede tener un país. Y por cierto, con medidas administrativas como el anunciado cierre del penal de Punta Peuco y el consiguiente traslado de quienes cumplen condenas por violaciones a los derechos humanos a cárceles comunes. Será una nueva utilización del tema DD.HH. y de la división del país y de seguro se va a elegir para este golpe mediático el emblemático mes de septiembre. A pesar de lo obvio que resulta, no podía faltar la añeja intención de volver a los conflictos del pasado. Los “estrategas” de La Moneda lo deben tener todo listo…
Uno se pregunta cómo puede existir tanta irresponsabilidad, tanta demagogia. El problema es que no es novedad. Ya hemos visto cómo este gobierno insiste en seguir aprobando reformas y proyectos que comprometen gastos sin financiamiento asegurado, por unos US$ 4.000 millones para los próximos tres años.
La mala noticia para ellos es que les va a salir el tiro por la culata. Estas actitudes solo reafirman lo que revelan las encuestas: los chilenos quieren un buen gobierno, responsable, que se juegue por recuperar el crecimiento y el empleo y por las prioridades olvidadas.