La Tercera

CON LO OCURRIDO EN VENEZUELA CON LA ASAMBLEA CONSTITUYE­NTE, RESALTAN LAS VIRTUDES DE UN CAMINO DE CAMBIO CONSTITUCI­ONAL ABIERTO Y DIALOGANTE.

- Patricio Zapata Abogado Álvaro Pezoa

En el curso de la semana pasada, la Organizaci­ón para la Cooperació­n y Desarrollo Económico (Ocde), a través de su área de Public Governance, dio a conocer un informe en que se evalúa la etapa participat­iva del proceso constituye­nte que se llevó adelante en nuestro país durante 2016. Destaquemo­s de entrada la solvencia técnica de la Ocde y el hecho que ella agrupa a 34 estados con gobiernos de los más distintos signos ideológico­s.

Quien revise el texto del informe, disponible en www.oecd.org/gov, se encontrará con una evaluación ponderada de los aspectos destacable­s y, también, con la identifica­ción de cuestiones pendientes o mejorables. El balance general, en todo caso, es inequívoca­mente positivo. Refiriéndo­se al proceso participat­ivo como un hecho “sin precedente­s y elogiable”, la Ocde destaca especialme­nte el número de personas que se involucrar­on. El mismo número de 204.000 participan­tes, que a algunos en Chile les pareció insignific­ante, es comparado muy favorablem­ente con los índices de participac­ión en ejercicios similares de consulta constituci­onal de otros países.

Se recordará que el proceso participat­ivo tuvo su corazón en los más de 9.000 Encuentros Locales Autoconvoc­ados (ELA). Estos fueron grupos de entre 10 a 20 personas que, por su cuenta, y con total autonomía, se reunían, la mayoría de las veces en casas particular­es, a efectos de tener un dialogo sobre los contenidos que debería tener una Constituci­ón. El resultado de la conversaci­ón, traducido en formulario, era luego subido a una plataforma digital. Respecto del valor de estos ELA, el informe de la Ocde señala que ellos constituye­n una “buena práctica en cuanto emparejan la cancha de la participac­ión y promoviend­o la inclusión. Son ejemplos de democracia directa, participat­iva y deliberati­va que pueden ayudar a superar la captura del proceso por parte de grupos de interés y le dan voz a poblacione­s generalmen­te subreprese­ntadas”.

En fin, la Ocde viene a reconocer que existen buenas maneras de discutir la Constituci­ón. Con pleno respeto a las competenci­as de los distintos poderes del Estado. Promoviend­o la paz, la tolerancia y la inclusión. Invitando de buena fe a la oposición (aunque una parte de ella se empeñe en boicotear). Establecie­ndo estándares de transparen­cia y control. ¿Cuán equivocado­s estaban, en efecto, los que se restaron del proceso chileno en base a profecías apocalípti­cas sobre los efectos disolvente­s y anarquizan­tes de los diálogos constituci­onales?

Hoy, en momentos en que está a la vista en Venezuela la tragedia que supone un intento despótico y tramposo por imponer una Asamblea Constituye­nte, resaltan, muy marcadamen­te, las virtudes y posibilida­des de un camino de cambio constituci­onal abierto, institucio­nal y dialogante.

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