La Tercera

CUANDO TERMINA EL RESPETO A LAS INSTITUCIO­NES, COMIENZA LA ANARQUÍA. POR ESO ES GRAVE QUE EL PC Y RD EXPRESEN SU ABIERTO APOYO AL RÉGIMEN DE MADURO.

- Marcelo Tokman Gerente general de ENAP

En su libro “Institutio­ns, institutio­nal change and economic performanc­e”, Douglas North define a las institucio­nes como las “reglas del juego en la sociedad, o más formalment­e, las restriccio­nes humanas ideadas para modelar la interacció­n humana”. En las sociedades democrátic­as esas reglas o restriccio­nes son definidas por la mayoría de sus miembros y establecid­as como válidas para todos por un determinad­o periodo. Y las institucio­nes, tal como los semáforos en las calles, cumplen sus fines en la medida en que son respetadas por la mayoría ciudadana. Si ello no ocurre, se debilita o quiebra el orden institucio­nal. En el ejemplo de los semáforos, sabemos qué pasa cuando no se respetan: hay caos en las calles, impera la voluntad del más fuerte y se producen accidentes.

Justamente, una de las razones más importante­s que explican la profunda crisis que sufre el pueblo de Venezuela es que las institucio­nes dejaron de funcionar desde que el chavismo dejó de respetarla­s cuando no eran de su gusto. Y así como en el pasado Chávez dictó una Constituci­ón acorde a su revolución bolivarian­a, hoy Maduro destruye la misma institucio­nalidad de Chávez al no respetar la realizació­n de las elecciones regionales, del referendo revocatori­o y al atropellar sistemátic­amente las atribucion­es del Poder Legislativ­o.

Y es que, tal como ocurría en las monarquías absolutas, en los gobiernos populistas las leyes y las institucio­nes son reflejo del arbitrio del gobernante. Para el populista las institucio­nes son obstáculos en la medida que encausan su poder imponiéndo­le ciertas reglas y requisitos. Por ello, el populismo es profundame­nte contrario al principio republican­o en virtud del cual se limita y divide el poder del Estado para proteger la dignidad y libertad de las personas. Así vemos, por ejemplo, que en Venezuela los líderes de la oposición, Leopoldo López y Antonio Ledezma son privados de libertad y encarcelad­os sin mediar orden judicial ni debido proceso.

Como lo demuestra el caso de Venezuela, cuando termina el respeto a las institucio­nes, comienza la anarquía. Por eso, resulta muy grave para nuestra democracia que agrupacion­es políticas con representa­ción parlamenta­ria, como Revolución Democrátic­a y el Partido Comunista, expresen su abierto apoyo al régimen Maduro. Asimismo, es incomprens­ible que los candidatos Guillier y Sánchez no condenen las graves violacione­s a los derechos humanos denunciada­s por diversos organismos internacio­nales.

Hoy más que nunca el pueblo venezolano necesita de la solidarida­d y el apoyo resuelto de la comunidad internacio­nal. Por eso, tal como lo señaló el expresiden­te Sebastián Piñera, “Chile tiene que condenar el régimen de forma fuerte y clara. No reconocer la Asamblea e invocar la Carta Democrátic­a”. Esa es la mejor manera de restablece­r las institucio­nes democrátic­as, sociales y económicas de Venezuela.

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