ARMA MORTAL
Triste y preocupante para mi gusto, pero eso es apenas el inicio del negocio. Se calcula que a través del sueldo del jugador por cinco años, más el impuesto en Francia, que puede llegar a un 65 por ciento, la operación total del delantero brasileño llegará a la obscena cifra de 700 millones de euros. Sí, leyó bien, SETECIENTOS MILLONES.
Alarmante, desolador y no voy a caer en los lugares comunes respecto de la cantidad de niños que podrían estudiar o comer con lo que hoy se paga por los futbolis- tas, aunque debería. No, eso, por evidente y redundante, no lo voy a escribir. Hablo del daño que se le hace a una actividad que debiera resguardar, de modo esencial, la capacidad de competencia. La posibilidad de que haya cierta equidad en los campeonatos donde estos monstruos empresariales están insertos.
La Liga profesional de básquetbol de los Estados Unidos es un buen ejemplo. La NBA, a través de topes salariales y el draft, ha evitado por muchos años que su torneo sea tan desigual como hoy lo son las ligas más importantes del viejo continente. Poco a poco, en Alemania, Inglaterra, España, Italia y ahora Francia sólo disputan el título dos o tres. Y aunque eso pueda ser natural y hasta aceptable, inquieta la brecha que se agranda, porque el camino que se inicia no tiene retorno.
El fútbol es el deporte más popular del mundo gracias a que es uno de los pocos donde, a través de la estrategia y otras virtudes, se pueden estrechar diferencias. Formando planteles ultrapoderosos se hace imposible. Estas mega operaciones no sólo ruborizan, también son un ataque mortal al corazón del fútbol.