Chile, nuestra vocación al Asia-Pacífico y el BAII
Las proyecciones indican que para 2050 la mitad del producto mundial provendrá del Asia. Ya hoy, Asia es el continente más poblado, el más dinámico y el con la mayor tasa de crecimiento. Parte de la razón por la cual Chile ha crecido como lo ha hecho en el último cuarto de siglo es porque se dio cuenta temprano de ello, y actuó acorde. Hoy en día, la mitad de nuestras exportaciones van al Asia y la cuarta parte a China, la proporción más alta de la región, llevándonos a ser calificados como “el país más asiático” de la misma.
Dicho esto, la competencia por los mercados asiáticos es brutal, y todo el mundo quiere expandir sus cuotas de mercado -especialmente en China. Los TLC nos han dado ventajas, pero competidores como Australia y Nueva Zelandia han seguido nuestros pasos y el arancel cero para exportar a China pronto lo tendrán varios.
Cada vez más, el desafío en competitividad radica en la logística y los costos de transporte, para los cuales la infraestructura es clave. En América Latina y el Caribe, los costos logísticos varían entre el 18 y el 35% del valor final del producto, versus un 8% en los países miembros de la Ocde.
Chile tiene la mejor infraestructura de la región, pero aún nos falta mucho. Y allí entra a terciar el flamante Banco Asiático de Inversión e Infraestructura (BAII), del cual Chile ya es un miembro prospectivo, y con cuya visita a la sede del mismo en Beijing en mayo la Presidenta Bachelet pasó a ser el primer Jefe de Estado en hacerlo.
Con un capital de US$ 100,000 millones y 80 miembros, en sus cortos dos años de existencia el BAII ya ha prestado 2,5 mil millones de dólares y Moody´s le acaba de dar una calificación de Aaaa. La meta del Banco es remontar el déficit de infraestructura en Asia, estimado en unos 8 billones de dólares. Para Chile, país exportador que depende de los mercados del Asia-Pacífico, es clave ser parte de una entidad como ésta, con la mitad del capital del Banco Mundial.
Y el BAII no excluye la posibilidad de financiar proyectos en otras regiones que sean relevantes para Asia, como podría serlo, en Chile, el tan dilatado mega puerto en el Litoral Central . Los corredores bioceánicos también caen en esta categoría, algo que facilitaría y abarataría el transporte de los cada vez mayores volúmenes de alimentos que exportamos desde el Cono Sur al Asia. Ídem para el proyectado cable transPacífico de fibra óptica entre Chile y China.
En adición a Chile, Argentina, Bolivia, Brasil, Perú y Venezuela ya están entre los miembros prospectivos del Banco, demostrando la creciente conciencia en el vecindario acerca de la necesidad de apuntalar la infraestructura y conectividad con Asia. Como dijo el presidente del BAII, Jin Liqun, en la II Reunión Anual del mismo en Jeju, República de Corea, hace algunas semanas: “Conectividad en infraestructura significa conectividad con la prosperidad, y desconexión de la pobreza”.
En el nuevo siglo, que muchos dicen será el siglo del Asia, es algo a tener presente si queremos sentar las bases de un Chile que dé el gran salto al desarrollo.