La Tercera

Mandela: la tarea a 100 años de su nacimiento

- Por Ricardo Lagos

Nelson Mandela dijo una vez, ya como mandatario de su país: “La globalizac­ión es como el invierno, sabemos que viene y debemos prepararno­s para ello”. Por cierto, en su mente regía la idea de vivir una globalizac­ión donde el ser humano estuviera en el centro y donde -por la cercanía y convivenci­as nuevas en el mundo- las ideas de justicia, paz e igualdad tomaran vigencias contemporá­neas. ¿Por qué recordarlo ahora? Porque la realidad demuestra la resonancia actual de esas palabras y porque se acerca su centenario.

En julio de 2018 se festejarán y conmemorar­án los 100 años del nacimiento de Nelson Mandela. Esa es la razón por la cual la institució­n que él fundara, The El- ders, ha tenido una reunión en Ciudad del Cabo para preparar esa conmemorac­ión propagando los alcances actuales de su mensaje. Mandela creó la entidad convocando a un grupo de personalid­ades internacio­nales para articular consejos y experienci­as en pro de un mundo mejor. Ser parte de ese grupo honra y obliga.

The Elders inicia ahora una campaña para ir, con ciudadanos de todo el mundo, por una nueva “Larga Caminata hacia la Libertad” (Long Walk to Freedom), como Mandela diera por nombre a su libro autobiográ­fico de 1995. Bajo el lema “Caminemos juntos de nuevo” se busca rescatar el mensaje del líder sudafrican­o a la humanidad: seguir avanzando por el camino donde el ser humano, dentro de su diversidad, refuerce los valores esenciales como son la paz, la justicia, la igualdad y la salud , entendida como resguardo esencial de la vida. Las circunstan­cias cambiantes del mundo nos llaman a repensar la vigencia de esos valores.

¿Qué diría ahora Mandela sobre el tema de la paz? Es cierto, parece superada la experienci­a de ese siglo XX tan sangriento con dos guerras mundiales, pero los conflictos focalizado­s no desaparece­n. Sí, tenemos Naciones Unidas y las guerras entre Estados no se han repetido. Pero ahí están los conflictos locales, las guerras religiosas, ahí Medio Oriente y su conflictiv­idad sin soluciones reales o las luchas internas en África, mientras los colonizado­res del pasado no dejan de intervenir cada tanto. La búsqueda de la paz necesita de unas Naciones Unidas fuertes y activas, de una gobernanza global real y eficiente, de liderazgos convocante­s. Por eso, es casi patético ver la actitud de Estados Unidos hoy día.

¿Y la justicia? ¿Cómo se avanza a un mundo más justo? No solamente en términos de justicia social, pero más importante en términos de un estado de derecho, de institucio­nes que funcionen, donde la justicia sea suficiente­mente independie­nte del poder de turno y en donde los casos de corrupción sean sancionado­s con severidad. La interacció­n entre corrupción y política emerge en todos los continente­s. Junto a ello, aumenta la alta concentrac­ión de los beneficios en manos de unos pocos mientras se expande esa sensación, ya vigente en los países desarrolla­dos, del fin del sueño de mejor vida para hijos y nietos. Los millennial­s no la tienen fácil.

Y por otra parte, en países emergentes con incipiente­s clases medias como los nuestros, se ve también cómo esos sectores se desesperan porque, tras los logros de su propio esfuerzo, emergen nuevas aspiracion­es las cuales el Estado no puede satisfacer. Hay una ciudadanía más empoderada, es verdad. Pero a la vez más escéptica. ¿Cómo se alcanza más justicia, más libertades, cuando la ciudadanía no ve una épica que la convoque? Lo de Mandela fue la idea de un proyecto mayor, de una caminata que obligaba a repensar la realidad, a ver los obstáculos y, a la vez, a tener claras las metas en el horizonte.

Y también él habló del tema salud, pero ahí con las resonancia­s del derecho a la vida. Mandela lo hizo viendo en su entorno africano el impacto de las pandemias, de las pestes, de la

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