Constanza muere, una cita con la muerte
Es domingo, ya es tarde, y una solitaria anciana, Constanza, ensaya en solitario la ficción más conocida y temida a la vez: la de la muerte. Horas antes, la misma mujer oriunda del campo y quien recuerda haber sido creada “huérfana y hermosa”, hará por última vez el aseo en casa, luego leerá poesía y comerá galletas mientras bebe un tazón de té. Pero como todo buen final en una tragedia, el de Constanza muere, la obra del dramaturgo y director argentino Ariel Farace (1982), se nos advierte en el título del montaje que el 7 y 8 de octubre pisará el escenario del Teatro Municipal de Las Condes.
“El tema muerte fue apareciendo como superficie que nos permitía hablar o pensar sobre la ficción”, dice su autor y director. “‘La muerte no existe’, pensábamos como provocación durante los ensayos; la muerte propia resulta una construcción ficcional que cada uno construye, imagina, fantasea. Ese carácter doble, de ser y no ser, nos resultó atractivo y estimulante para pensar el teatro, la fe, la vulnerabilidad de la vida y las creencias”, agrega. Rodeada de lecturas, espejos y animales imaginarios, Constanza (Analía Couceyro) recuerda que a sus 11 años quiso experimentar cómo era estar muerta. Fue cuando conoció a Lucio, un burro encapuchado, cual verdugo, y que se le apareció justo antes de que ella se lanzara al vacío. Desde entonces la acompaña, como su propia muerte imaginaria.