La Tercera

La segunda resurrecci­ón

Alan Ruschel volvió a jugar. El sobrevivie­nte del trágico vuelo LaMia 2933 en el que perdieron la vida casi todos sus compañeros del Chapecoens­e se midió ayer al Barça en el Camp Nou.

- Augusto Catoia

Como tantos niños, Alan Ruschel muy posiblemen­te soñó en jugar fútbol en Europa. Y no sabía que llegaría a hacerlo, pero en circunstan­cias que no figuraban ni entre sus peores pesadillas.

Rumbo a la ida de la final de la Copa Sudamerica­na de 2016, ante el Atlético Nacional de Colombia, el lateral izquierdo de Chapecoens­e logró algo superior a una Champions League y un Mundial de Clubes: sobrevivió a un choque aéreo y volvió al fútbol.

El impacto del vuelo LaMia 2933 en el cerro El Gordo, en Colombia, cobró la vida de 71 personas. Entre ellas estaba el entrenador Caio Júnior y 19 jugadores de su equipo, rumbo a uno de los partidos más importante­s de su historia.

Pero ayer el jugador de 27 años venció la tragedia en el Camp Nou, ante el Barcelona, por el Trofeo Joan Gamper. Este lunes, uno de los mejores futbolista­s de la historia no llegó ni a los pies del primer sobrevivie­nte del accidente en volver a la cancha. El Barça goleó 5-0 en ritmo lento, pero Ruschel venció a la muerte.

Entre otras lesiones, el brasileño sufrió una fractura vertebral, que puede dejar una persona en silla de ruedas o encamada de por vida. Pero se salvó y rindió un tributo.

“Jugaré por mis compañeros que ya no están, por Jakson Follmann y Neto (arquero y defensa que también supervivie­ron), por mi familia y por quien rezó por mí”, expresó el jugador antes del partido. Y después de 252 días de recuperaci­ón, el lateral comenzó el partido con la jineta de capitán, con gratitud en el alma y con la imagen de los abrazos a los ídolos Messi y Suárez.

Follmann, con una prótesis en el lugar de su pierna derecha, y Neto, quien lloró en la cancha ante miles de hinchas que aplaudían de pie, dieron el puntapié inicial del partido. El encuentro fue un trámite para el Barcelona, pero en medio a su dominio absoluto, Ruschel marcó a Jordi Alba, no tuvo miedo de barrer, gambeteó e imprimió en su sector toda la energía que pudo.

Y a los 35’ resonó la esperada ovación hacia el jugador, quien dejó la cancha devolviend­o aplausos. “No quiero ser tratado con piedad”, dijo antes de su regreso. Y después de su retorno, fue visto con el respeto digno de un crack.

“Lo que intento mostrar es cómo celebrar la vida. Mostrar el placer de trabajar, hacer lo que amo, estar vivo. Hoy di todo lo que pude. Lo que me importa es hacer lo que más quiero”, expresó tras su victoria personal, acompañada de la polera de Leo Messi. “Otro sueño cumplido”, concluyó.

Antes del estreno, el dorsal 28 dijo que sería difícil jugar por muchos minutos. Pero si se considera el milagro queprotago­nizó, logró algo mayor que las hazañas de las mayores estrellas.b

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► Alan Ruschel reza de rodillas en la cancha del Camp Nou. GEORGIA 2017

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