Los 200 se ponen raros
El botsuano Makwala corre su serie solo tras su cuarentena por un virus y se mete luego en la final. Van Niekerk pasa sudando y dejando muchas dudas.
La imagen es imborrable. Tras anunciarse que una treintena de atletas deberían despedirse del Mundial por un brote de norovirus, muchos terminaron perplejos. Algunos incluso lloraron, como el botsuano Isaac Makwala, que estaba listo para disputar la semifinal de los 400 metros, en las que ya había dicho en su llegada al Londres que iba en busca de la medalla.
“Me han roto el corazón”, dijo el velocista botsuano, el de la mejor marca del año en los 200 metros (19”77). No sólo fue su corazón el quebrajado, sino el de todos los fanáticos del atletismo, que vieron como una medida ridícula la que lo obligó a hacer cuarentena poco antes de la clasificación a los 200 metros, el lunes, y por tanto, no correrla.
Por eso es que cuando ayer se abrió la jornada más extraña de la que tenga registro un Mundial, todos exclamaron a rabiar su nombre. Era el moreno contra una marca. Su sprint en solitario debía ser menor al de 20”53, la marca establecida por la IAAF para avanzar a la semifinal que se correría dos horas después.
Galopó bajo una tormenta implacable, pero encendió el rekortán del Olímpico de Londres. No fue solo, eran todos apoyándole en cada zancada. Y al terminar, luego de registrar 20”20, como gesto de agradecimiento y demostración del estado físico que posee, pese a la gastroenteritis que lo afectó (leve, según sus médicos), se lanzó sobre la pista y comenzó a hacer lagartijas. El hombre sabe cómo se da un show.
En su paso a la final, Badman, como se hace llamar, corrió por el carril uno en la primera serie. Un carril complicado, al que Isidora Jiménez, por ejemplo, culpó el año pasado por su magro desempeño en Río. Es la curva interna, la que obliga a acortar los pasos para avanzar; ni hablar con la lluvia de ayer. Pero si ya había podido contra la IAAF, contra los médicos y el virus, se metería a la final. Y lo hizo. Aunque dominó la mayoría de la prueba, finalmente fue superado por el estadounidense Isaiah Young. El norteamericano se impuso en 20”12, sólo dos centésimas más que Makwala.
El botsuano llegó agitando la mano derecha a la meta, consciente de las proezas de su jornada, probablemente la más brillante de su vida. Así se generan las leyendas.
“Corrí con enfado. Los 400 metros eran mi carrera. Pero debo dar las gracias al público, que estuvo increíble”, comentó el sprinter a AFP. Y añadió: “Después de todo, también doy gracias a la IAAF por permitirme correr los 200 metros”.
En cambio, el sudafricano Wayde van Niekerk, quien busca en este Mundial seguir acabando con el mito de Michael Johnson, estuvo a poco de quedarse fuera de la final de los 200 metros, que el propio Bolt le dejó servida para que brillara como su heredero.
El plusmarquista en los 400 metros, estuvo muy alejado de sus mejores marcas. De hecho, fue tercero de su serie, la última de la noche, con 20”28. Está adentro gracias a la repesca de tiempos, donde rasguñó el séptimo puesto en la clasificación.
Extrañamente, Van Niekerk pasó ayer de ser el héroe de la noche al cuestionado finalista. El sudafricano entiende de finales, pero en la mitad de la distancia de su prueba reina aún no consigue un logro significativo. La gran decepción fue Johan Blake. El moreno es la última víctima del derrumbe jamaicano. Por primera vez desde 2007, la isla no tendrá a un finalista.
“Sabía que sería un duro desafío. Ver mi nombre entre los clasificados a la final es un gran placer. Tengo tiempo para recuperarme y dar todo en la final”, señaló el sudafricano. Hoy se define una leyenda. ●