La Tercera

Nueva ley en Francia castiga con cárcel a políticos que contraten a familiares

Normativa de transparen­cia fue una promesa de la campaña de Macron. Diputados de derecha impugnaron la norma ante la Corte Constituci­onal.

- Pedro Schwarze

El Parlamento francés aprobó por amplia mayoría esta semana la llamada “Ley de confianza en la vida pública”, con la que se pretende aplacar el malestar ciudadano con el mal uso y abuso de sus cargos que han cometido importante­s políticos. La nueva legislació­n regirá el comportami­ento de los funcionari­os electos e incluye el fin de la “reserva parlamenta­ria”, un fondo financiero que tanto diputados como senadores distribuía­n entre las comunas y asociacion­es como estimara convenient­e.

La norma es una promesa de campaña del ahora Presidente Emmanuel Macron, debido a que la contienda estuvo marcada por varios escándalos. El más conocido fue el que afectó al candidato de derecha François Fillon, quien se hundió en las encuestas y no logró pasar a la segunda vuelta presidenci­al. Eso, después de que la prensa asegurara que su esposa Penélope y sus hijos habían cobrado durante años sueldos como ayudantes parlamenta­rios, pese a que no había registro de su labor en el Legislativ­o.

Con la nueva ley, funcionari­os, Promesa de campaña Durante la pasada contienda electoral, Macron prometió una ley para transparen­tar la actividad pública.

El caso Fillon

Eso, en medio del escándalo que golpeó al candidato conservado­r François Fillon, que lo hundió en los sondeos.

Renuncias en el gobierno Cuatro ministros del gabinete de Macron tuvieron que dimitir por irregulari­dades, incluido François Bayrou.

ministros, diputados y otros cargos de representa­ción local no pueden contratar a su cónyuge, pareja, padres o hijos. Y si son descubiert­os, enfrentan una pena de tres años de prisión y 45.000 euros de multa e, incluso, en algunos casos, la devolución de la suma pagada. También fueron aprobados un dispositiv­o de reembolso para justificar los gastos de los parlamenta­rios y una pena complement­aria que le impida repostular­se a aquel funcionari­o condenado por falta de integridad.

El propio gabinete de Macron en los pocos meses que lleva al mando se vio afectado por casos que la ley penaliza a partir de ahora. Así, cuatro ministros debieron dejar sus cargos en medio de cuestionam­ientos. El propio ministro de Justicia y autor de esta ley de “moralizaci­ón”, François Bayrou, se vio obligado a dimitir por supuestas irregulari­dades en el pago a asistentes de los europarlam­entarios de MoDem, su agrupación. Por las mismas acusacione­s renunciaro­n las ministras de Defensa, Sylvie Goulard, y de Asuntos Europeos, Marielle de Sarnez, las dos militantes de MoDem.

También tuvo que dejar el gobierno el ministro de Cohesión Territoria­l, Richard Ferrand, bajo sospechas de nepotismo. Ferrand era la mano derecha de Macron durante la campaña electoral y uno de los fundadores del partido de gobierno, La República en Marcha. En reemplazo de Bayrou, Macron nombró como ministra de Justicia a Nicole Belloubet, quien ocupaba un sitio en el Consejo Constituci­onal, la máxima autoridad judicial del país. Y para llenar ese cupo, el mandatario nominó al senador Michel Mercier, quien tuvo que dar un paso al costado después que se revelara que él también le pagó a su hija como asesora parlamenta­ria, pese a que ella estaba trabajando en Londres.

La ley, que fue aprobada por 462 votos a favor, 74 en contra y 65 abstencion­es, contiene una “triple ambición jurídica, ética y política”, dijo la ministra Belloubet antes de la votación del miércoles. Belloubet dijo que era una “responsabi­lidad política” que el período legislativ­o se inaugure con una ley como esta, que busca recuperar la “relación de confianza” de los ciudadanos con los políticos.

Pese al contundent­e respaldo del Parlamento, controlado por el oficialism­o, la ley podría enfrentar un serio obstáculo. Diputados del partido conservado­r Los Republican­os recurriero­n al Consejo Constituci­onal para que evalúe específica­mente la normativa que prohíbe a los cargos públicos contratar a familiares. Según los 60 diputados que presentaro­n la demanda, ese veto supone una “discrimina­ción” a la hora de contratar asistentes. ●

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