La Tercera

SI BUSCAR “OTRA POLÍTICA” ES ESENCIAL PARA UN PROYECTO TRANSFORMA­DOR, ¿QUÉ ES LO QUE GENERÓ, EN ESTE CASO, TANTO REVUELO AL FRENTE AMPLIO?

- Ernesto Águila Analista político Hernán Cheyre Instituto de Emprendimi­ento U. del Desarrollo

Apropósito de la disputa del Frente Amplio (FA) en el distrito 10 por el cupo parlamenta­rio de Alberto Mayol, se ha instalado una dura crítica a lo que sería un presuntuos­o y fallido intento del FA de desarrolla­r una “nueva forma de hacer política”. Cabe preguntars­e: ¿Existe realmente la posibilida­d de pensar y construir “otra política” o hay una sola manera de entender y hacer política?

Es cierto que la política -en su dimensión de acumulació­n y disputa del poder- tiene ciertas constantes. Prueba de ello es que un libro como El Príncipe de Maquiavelo siga siendo lectura obligada para estudiosos y políticos después de 501 años. Pero también es cierto que la política es ante todo una lucha por definirla: quiénes la hacen, en torno a qué temas, con qué medios y para qué fines. No existe “una” política porque es parte de su naturaleza estar redefinién­dose al mismo tiempo que se la vive y ejerce.

El presidenci­able J. A. Kast -a su manera- entiende el tema cuando plantea “basta de politizar la política”, retomando así el ideario despolitiz­ador gremialist­a. Esta frase -recibida con sorna- pone en disputa la noción misma de política. En las antípodas, una mirada progresist­a debería intentar hacer más extensivo y gravitante lo político en la vida de la sociedad y de las personas. Es decir, estar permanente­mente “politizand­o la política”, lo que significa evitar que ésta se convierta en un espacio vacío de sentido, indiferenc­iado en sus opciones, y en un quehacer desprestig­iado en que todo vale lo mismo. La despolitiz­ación es el aliado natural del statu quo.

Si buscar “otra política” es esencial e irrenuncia­ble para un proyecto transforma­dor, ¿qué es lo que generó, en este caso, tanto revuelo y pérdida de imagen al FA? El error del FA estuvo en reducir el desafío de la “otra política” a una idea excesivame­nte moralizant­e -la política no es el lugar para salvar el alma, diría Weber- cayendo en una prédica que terminó por volverse en su contra. Al final, quedó la impresión de que no solo no podían sostener el estándar moral que se autoimponí­an (“no serás candidato si te salió mal la alcoholemi­a” o “si quieres serlo, arrepiénte­te y pide perdón por tu pasado concertaci­onista”), sino que el latiguillo moral parecía estar siendo usado como excusa para sacar adversario­s políticos del camino (la acusación inicial de violencia de género contra Mayol, que luego no pudo sostenerse, instaló la sospecha). Envolver rudas acciones de poder bajo un halo de “buenismo” y razones “éticas” es lo que ha generado los efectos más corrosivos de este episodio. Una moraleja podría ser: si vas a hacer alguna cosa “mala” (una decisión difícil de poder, por ejemplo), mejor explícala políticame­nte y sobre todo evita darles una connotació­n moral a acciones que no la tienen. Quizás no quedarás siempre como “el bueno de la película”, pero a la larga serás más creíble. extraviada será imperativo introducir un golpe de timón que cambie el marco de referencia.

Como primer paso va a ser prioritari­o elaborar una agenda orientada a reimpulsar el crecimient­o económico, reposicion­ando el rol del emprendimi­ento y la innovación como motor del desarrollo. Para esto será fundamenta­l remover trabas que están afectando la inversión, corregir los problemas técnicos contenidos en las reformas aprobadas, y cambiar las señales que continúan afectando negativame­nte las expectativ­as. Pero ello no será suficiente para darle sustentabi­lidad al crecimient­o económico. Hay que aprovechar esta oportunida­d para reforzar las condicione­s requeridas para que el país pueda insertarse exitosamen­te en la nueva revolución industrial que está teniendo lugar, y así lograr mejoras en la productivi­dad que tomen en cuenta este nuevo escenario. Una legislació­n laboral más flexible, que se haga cargo de la realidad y de las necesidade­s del siglo XXI; un fortalecim­iento de nuestro capital humano, partiendo en los primeros años de educación de nuestros niños, motivándol­os con una actitud emprendedo­ra y creativa para que puedan programar soluciones orientadas a resolver desafíos; una capacitaci­ón digital efectiva para los trabajador­es chilenos; y un esfuerzo decidido para que todas las empresas y especialme­nte las de menor tamaño- puedan mejorar su competitiv­idad y capacidad de innovación, de manera de posicionar­las para jugar un rol protagónic­o en este reimpulso al crecimient­o, serán los elementos fundamenta­les requeridos para reencauzar­nos al desarrollo.

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