Discrecional rechazo al proyecto Dominga
La resolución del Comité de Ministros, que entra en abierta contradicción con la institucionalidad técnica del Estado, profundiza el clima de incertidumbre.
En momentos en que el país se apronta a completar cuatro años de caídas de la inversión ininterrumpidas –situación inédita desde que existen cifras comparables a partir del año 60-, el Comité de Ministros decidió rechazar el proyecto minero-portuario de Dominga, que demandaba una inversión de US$ 2.500 millones.
La decisión de este Comité –liderado por el ministro de Medio Ambiente- despierta aprensiones en la forma y en el fondo. En materia de procedimientos, la cartera de Medio Ambiente optó por ampararse en un subterfugio administrativo y enviar la citación al resto de los ministros un viernes a última hora, ampliando una convocatoria previa -hecha para el proyecto Cerro Casale- a la discusión del proyecto Dominga y con eso “cumplir” los plazos estipulados.
En relación al fondo, la mayoría del Comité estimó que el proyecto “presenta deficiente información de línea de base e insuficiencias en sus medidas de mitigación, compensación y reparación, por lo que no se hace cargo de manera adecuada de eventuales impactos significativos al medio ambiente y la salud de las personas”. Esta opinión contrasta con la que emitió el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), organismo técnico, que en su informe de recomendación favorable estimó que el proyecto Dominga “cumple con la normativa ambiental aplicable” y que la iniciativa “estableció un detallado plan de medidas de mitigación, reparación y compensación, considerando las fases de construcción, operación y cierre, para los aspectos ambientales relativos a ruido, recursos hídricos, suelo, flora y vegetación, fauna terrestre, medio marino, paisaje, medio humano y patrimonio cultural”.
En medio de estas evidentes inconsistencias entre instancias del propio Estado, resulta en principio valorable la señal de disconformidad que envió el ministro de Economía -al abstenerse de votar-, quien de acuerdo con algunas versiones habría hecho ver dentro del propio Comité sus reparos jurídicos a lo apresurado de la convocatoria por parte del Ministerio de Medio Ambiente -desestimándose su petitorio de que la votación se aplazara a lo menos en 72 horas, para poder evaluar mejor los antecedentes recibidos un par de días antes-, poniendo en evidencia divergencias relevantes dentro del propio gobierno y dando a entender que en este proceso prevalecieron aspectos mucho más políticos antes que técnicos.
Es evidente que proyectos de alta envergadura no son inocuos en su impacto en el medio ambiente; es por ello que la institucionalidad ambiental y económica debe velar porque el país pueda seguir desarrollándose de manera sustentable. Cuesta entender, por lo tanto, que un proyecto que cumple con la normativa ambiental vigente y que tendría importantes beneficios económicos y sociales para una zona de alta vulnerabilidad se obstruya por razones políticas o por el abandono de algunas autoridades en el ejercicio de su rol. Decisiones recientes como las del Comité de Ministros debilitan la institucionalidad ambiental, agregan incertidumbre jurídica a futuros inversionistas y alejan al país del ansiado desarrollo económico.
Trump rectifica posición de campaña al anunciar envío de tropas a Afganistán
Aunque no especificó detalles, el Mandatario de EE.UU. dio un giro a su perfil antiintervencionista, que en el caso de Afganistán genera reacciones encontradas desde el inicio de las operaciones en 2001.
CNN. Gayle Tzemach Lemmon, EE.UU. | 22.08.17
Es demasiado fácil y simple descartar todo el esfuerzo en Afganistán como un derroche del que EE.UU. debe alejarse (...). Un tercer presidente tiene que luchar con el legado de la guerra afgana. Y aunque las opciones han mejorado poco los últimos 17 años, las opciones de marcar una diferencia ayudando a un país a pelear sus propias guerras sí han mejorado.
Usa Today. EE.UU. | 21.08.17
El objetivo sigue siendo el mismo: evitar que Afganistán vuelva a convertirse en un santuario terrorista (...). Lo nuevo es el compromiso de Trump, un sorprendente contraste con los tweets “vamos a salir de Afganistán” de hace unos años. Como en muchos temas, Trump se está dando cuenta de la diferencia entre ser comentarista y ser presidente.
N. York Times. T. L. Friedman, EE.UU.| 22.08.17
Estuvo tan lleno de clichés, tan pomposo con frases como “romperemos su voluntad”, tan falto de detalles y, sobre todo, carente de humildad para afrontar un problema y a una región que ha complicado a mejores hombres, que no dejó claro a dónde va, solo que definitivamente va.