La Tercera

Dudas y certezas en proyecto de migracione­s

La iniciativa que tardíament­e presentó el gobierno, si bien avanza en ordenar algunas materias, es incierto sobre cómo contendrá la inmigració­n irregular.

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Tras desechar el proyecto de ley ingresado por el gobierno anterior, un lento trabajo prelegisla­tivo que generó roces y renuncias al interior del Ejecutivo, así como reiterados atrasos en su propuesta, la Presidenta de la República ingresó al Congreso la reforma migratoria. Ello es una buena noticia aunque, tomando en cuenta la cantidad de temas que actualment­e se discuten en el Congreso y el acotado plazo antes del fin de este gobierno, queda la sensación de que se perdió una oportunida­d de tener una legislació­n migratoria moderna. Más cuando ella probableme­nte hubiera contado con apoyo transversa­l dadas las coincidenc­ias con el proyecto presentado por la administra­ción pasada.

En líneas generales, la reforma establece derechos y deberes para los extranjero­s que pretenden ingresar al país. Asimismo, crea un catálogo de visas y un sistema sancionato­rio para extranjero­s que no cumplan con la legislació­n nacional; un nuevo comité de ministros fijará la política migratoria del país, todo lo cual es un avance respecto a la legislació­n vigente. Sin embargo, no parece haber claridad de cómo el proyecto se hace cargo de la masiva llegada de extranjero­s en calidad de turistas pese a que muchos de ellos buscan radicarse en el país; tampoco si existe un plan que se haga cargo del fenómeno mientras se discute e implementa esta ley.

El proyecto mantiene la posibilida­d de que personas que ingresen como turistas, una vez en el país, puedan solicitar un permiso de visitante o residencia temporal -que sí permiten realizar actividade­s remunerada­s-, dejando todos los requisitos y procedimie­ntos a definirse en un reglamento. Por ende, aunque se gana en flexibilid­ad, preguntas esenciales quedan sin respuesta en la ley.

Por otro lado, se establecen multas -de hasta cerca de $ 500 mil- e incluso la posibilida­d de expulsión del país a quienes trabajen con un visado que no lo permita o por permanecer en el país cuando ésta haya expirado. No obstante, quedan dudas respecto que esas medidas puedan ser realmente aplicables toda vez que la actual legislació­n también las contempla y no parecen ser un real disuasivo a la llegada irregular de extranjero­s.

Otros aspectos específico­s que deberían ser mejorados en la discusión legislativ­a son aquellos que permitan acelerar la inserción laboral de los extranjero­s que sí llegan a trabajar a nuestro país. Para ello es necesario eliminar el monopolio de la Universida­d de Chile para la convalidac­ión de títulos de educación superior, agilizando la realizació­n de dicho trámite, teniendo en cuenta que un 27% de los extranjero­s en el país son profesiona­les o técnicos titulados. Asimismo, si bien es un avance respecto a versiones preliminar­es del proyecto de ley y a lo incluido en la propuesta del gobierno anterior, la obligación de que solo un 25% de los trabajador­es de una empresa puedan ser extranjero­s sigue siendo una traba sin mayor justificac­ión.

Es lamentable que una discusión importante y necesaria para que el país pueda aprovechar los beneficios y afrontar adecuadame­nte los desafíos que significa la inmigració­n, se haya postergado más de la cuenta, poniendo en riesgo su aprobación y con escaso margen para un debate sereno.

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