Cristóbal Martini Iriarte
SEÑOR DIRECTOR
Un ministro del Tribunal Constitucional, Domingo Hernández, fue agredido por manifestantes a favor del aborto (quizás pensaban que podría votar contra la ley). El candidato presidencial José Antonio Kast ha sido atacado dos veces por izquierdistas de la calle. Necesita protección policial. La iglesia de la Gratitud Nacional ha sufrido un conato de incendio intencional que nos recuerda las expresiones tradicionales del odio anticlerical.
La serena observación de las fuentes del odio —con métodos muy parecidos en todas partes de mundo occidental— puede ayudar a detectar, por contraste, quiénes son los verdaderos líderes capaces de llevar a nuestros países por el camino de la paz y de la convivencia civilizada.
Debemos tener paciencia y valentía para no dejarnos amedrentar por los actuales representantes de los antiguos movimientos totalitarios. Con su propaganda infame hacen nacer el odio en los corazones jóvenes. De nosotros depende propagar la verdad con toda paz para rescatar a algunos de esa lamentable situación vital, que les lleva a agredir físicamente a sus conciudadanos. SEÑOR DIRECTOR
Quienes defienden la objeción de conciencia institucional parecen olvidar que esas instituciones son empresas con empleados. No se trata de grupos de personas que libremente se asociaron en torno a una misión. No son socios, son trabajadores dependientes a quienes se quiere imponer la objeción de conciencia de los directivos. Y ello es un abuso que atenta contra la libertad de conciencia.
La objeción de conciencia es una prerrogativa individual. Es inaceptable que una empresa quiera usarla para obligar a sus empleados a no cumplir la ley. Tal pretensión deslegitima dicha prerrogativa en un absoluto contrasentido.
Sergio Lastra Guerra
SEÑOR DIRECTOR
En su declaración en el juicio por el crimen del matrimonio Luchsinger Mackay, la machi Francisca Linconao enfatizó su condición de “autoridad ancestral y espiritual” para intentar demostrar que no es culpable. Es curioso apelar de modo insistente al rol de machi, como si ello obligatoriamente la revistiera de inocencia y una ética superior. Ser autoridad de cualquier índole no convierte a nadie en santo. Ser sacerdote no ha sido obstáculo para que algunos cometan abusos sexuales; ser machi en el mismo caso Luchsinger Mackay no impidió que una autoridad ancestral, el machi Celestino Córdova, fuera partícipe en este macabro homicidio.
Es oportuno no dejarse impresionar por estas denominaciones grandilocuentes porque cualquier individuo, independiente de su autoridad, posición social, cultura, credo o etnia, puede transformarse en el peor de los criminales o en un mero delincuente.
DETECTAR LOS DISCURSOS DE ODIO
DECLARACIÓN DE MACHI FRANCISCA LINCONAO
@OLEIVAD
“Primero los políticos culparon a los empresarios del financiamiento, ahora a los bancos, mañana a quién?”.
Javier Moroni
@MANUELOTEC
“Ahora resulta que firmaron una ley de financiamiento que favorecía a Piñera. Tragicómico”.
Óscar Leiva
@AXELCALLIS
“La ciudadanía está cansada de que los políticos reclamen contra las leyes que ellos mismos aprobaron”.
Manuel Barrera
“Fácil ponerse del lado ambiental y rechazarlo todo. Pero actuar del Comité de Ministros en Dominga dejó claro que la cosa no es técnica”.
Axel Callis