La Tercera

Las tres caras de José Peralino, el imputado clave del caso Luchsinger

Su declaració­n ante el Ministerio Público permitió identifica­r a los otros 10 acusados que están en el juicio.

- F. Díaz y C. Zamorano

El destino del juicio oral por el caso Luchsinger Machay está fuertement­e ligado a José Peralino Huinca (29), el delator compensado cuyo testimonio permitió identifica­r a otros 10 presuntos autores del atentado, ocurrido el 4 de enero de 2013, en La Araucanía, y que terminó con la muerte de Werner Luchsinger y Vivian Mackay.

Peralino se ha convertido en una presencia incómoda, tanto para la parte acusatoria como para las defensas. Si bien fue su declaració­n del 23 de octubre de 2015 la que permitió a la fiscalía y la PDI conocer la identidad de los acusados, el 30 de marzo del año pasado, en una audiencia pública, se desdijo y señaló que fue víctima de apremios por parte de los detectives.

Así es como José Peralino ha tenido tres participac­iones en tres momentos clave: primero, como testigo con identidad protegida entregando; luego como imputado y delator compensado, y hoy como acusado, para quien se piden 10 años de presidio.

Su primera declaració­n data del 8 de noviembre de 2013, como “individuo que solicita reserva de su identidad”. ¿Cómo llegaron a él? El detective que indagó el caso, Guillermo Vilches, declaró que “del análisis de todos los antecedent­es y empadronam­ientos, apareció su nombre como una persona muy a doña Francisca Linconao, quien era una de nuestras principale­s sospechosa­s ya que muchas de las vías de escape del atentado conducían a su domicilio”.

De esta forma es como Peralino declaró que el 3 de enero de 2013 fue invitado por la machi Linconao a una reunión en su casa. “A eso de las 22.00 empezó, donde se habló de recuperar el campo del gringo y que ese predio era de ellos, hablando de Werner Luchsinger. La reunión era dirigida principalm­ente por Sergio Tralcal, que vive en el fundo Santa Margarita. Se hablaba que había que atacar el fundo de forma rápida, que había que rodear la casa, prenderle fuego y luego huir”.

Al término de la declaració­n, indicó que no asistió al ataque y que “al otro día supe del incendio, porque lo escuché en la radio”.

Pasó cerca de un año y medio hasta que dio la segunda declaració­n. Ahora como imputado. Lo que ocurrió en ese lapso es otra de las discrepanc­ias entre las defensas y la fiscalía. Según la declaració­n de Vilches, que hizo suya el Ministerio Público, “con el trabajo en terreno supimos que Peralino estaba con serios problemas de conciencia, porque no solo había participad­o de la reunión, sino que también del atentado, que incluso había pensado en suicidarse o hablar con la policía para contar todo, pero que lo mantenían controlado, espe- cialmente doña Francisca Linconao para que no hablara. A ella Peralino le tenía miedo por su condición de machi”. El detective añadió que en agosto de 2015 se acercaron a él para que confiara y relatara lo que realmente había ocurrido.

La defensa de Peralino, a cargo de Pablo Ardouin, sostiene otra historia. Que en los meses previos de la confesión, fue hostigado por los efectivos policiales, quienes se habrían aprovechad­o de “su condición de vulnerabil­idad”, para firmar una declaració­n de algo que no habría ocurrido.

Así las cosas, el 23 de octubre de 2015 ocurrió la diligencia que marcó la investigac­ión. Peralino indicó que “no aguantaba más el peso de la conciencia, por eso lo pensé y decidí declarar”.

En ese testimonio relató los presuntos pormenores del atentado: “Al acercarnos a la casa vimos que había luz en el segundo piso, parece que estaban despiertos (...) Cuando estábamos al lado de la casa los que estaban por el sector de la cocina empezaron a disparar contra los ventanales. Ahí fue cuando el gringo disparó para afuera. Primero desde el segundo piso hacia abajo y todo el grupo que estaba al frente de la cocina entró a la casa por ese lugar”.

Añadió que “en ese rato yo estaba afuera y escuché que dentro de la casa disparaban como locos. Luego, estos miscercana mos quemaron la casa con los gringos dentro”.

Cinco meses después, y tras la formalizac­ión, entregó su nueva y última versión de los hechos. Dijo que el día de su declaració­n fue hostigado por los policías y que le preguntaro­n si conocía a determinad­as personas. “Yo por miedo le dije sí lo conozco. Y me dijo firma aquí”, en relación al reconocimi­ento fotográfic­o que hizo de los acusados.

Añadió que “por miedo empecé (a declarar). Me dijeron si no hablai vas a caer preso y tu gente y tu padre van todos para dentro”. Dijo, además, que por temor hiló hechos sin relación. “Nosotros no fuimos”.b

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► José Peralino el jueves pasado, en el juicio por el caso Luchsinger.

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