La visita de la historia
El ex goleador de Colo Colo Sebastián González, autor de un tanto en la última victoria de la U en Macul, abre las puertas de su casa a Carlos Campos, leyenda azul y máximo artillero en la historia de los Superclásicos.
El 20 de enero de 1963, Carlos Campos contrajo matrimonio en Santiago con su esposa, Carolina Muñoz, en una ceremonia realizada apenas 24 horas después de la disputa de un Superclásico entre la U y Colo Colo. Tal era la proximidad que existía entre el trascendental encuentro del campeonato nacional y la boda del goleador del Ballet Azul, que durante los meses previos a la celebración del partido, la dirigencia de la U llegó a pedir al futbolista que reprogramara la fecha del evento. Pero el Tanque, que entendía que las cosas importantes de la vida no deben nunca postergarse, se negó rotundamente. Y saltó a la cancha del Estadio Nacional junto al resto de sus compañeros tan solo algunas horas antes de dar el sí quiero. Ante la atenta mirada de 72.000 espectadores y en la noche previa a su noche de bodas, la U aplastó a Colo Colo por 6-3 con tres tantos del legendario ariete.
Son las 11 de la mañana en Santiago y Carlos Campos (80), el protagonista de tan pintoresca historia y el propietario de tan vívido recuerdo, se encuentra detenido frente a la puerta de un condominio en el extremo norte de la ciudad. Faltan apenas 24 horas para que Colo Colo reciba a la U en su casa de Pedreros cuando Sebastián González (38), ex goleador albo, se dispone a recibir al Tanque azul en la suya de Chicureo. La visita de la historia. El autor de uno de los tantos del cuadro popular el día del último triunfo de la U en el Monumental -el ya lejano 9 de septiembre de 2001- estrechando la mano del que es aún, con 16 dianas, el máximo goleador en la historia del Superclásico chileno.
A Campos, que camina con cierta dificultad, valiéndose de una muleta, y que hace poco más de un mes perdió a su mujer -con la que se casó después de su mejor Superclásico y la que fue siempre su mejor compañera- no le cuesta demasiado seleccionar de entre todos los duelos entre Colo Colo y la U sus mejores recuerdos. Y se queda con dos -dice- mientras toma asiento con parsimonia en el sofá del living de Chamagol, mientras el sol comienza a brillar del otro lado de la ventana sobre las lomas de Chamisero: “El del 63, claro, porque cuando hice el tercer gol, que era el sexto, desde la barra de Colo Colo me gritaban: ‘¿Por qué no te casaste, c .... tumadre?’, y el del 64, que lo jugué desgarrado porque en ese tiempo no había cambios. El Lucho (Álamos) me decía: ‘Tienes que jugar, aunque te desgarres de nuevo’. E hice dos goles y luego estuve en tratamiento no sé cuánto tiempo”. El Tanque, que sólo vistió en su carrera la camiseta de la U, llegó a disputar 20 Superclásicos, con un saldo final de 11 victorias, seis empates y tres tropiezos.
Sebastián González, Chamagol, está sentado a su izquierda, y escucha con atención las palabras del octogenario ariete. Tiene en su haber 42 años y 12 Superclásicos menos que el Tanque del Ballet Azul. Y un balance negativo ante el conjunto laico, por cierto; tres triunfos, un empate y cuatro derrotas. El especial aroma que se respira en un clásico entre albos y azules lo conoce, sin embargo, a la perfección. Desde dentro y desde fuera de la cancha. Desde muy pequeño. “Yo tengo muchos recuerdos de Superclásicos, pero a mí me tocó primero vivirlos como hincha, y era algo muy emotivo. Luego me tocó jugarlos. Y me tocó perder en 2001 y también ganar un partido muy especial en el Nacional que coincidió con la quiebra de Colo Colo. Fue muy emocional, a estadio casi lleno, porque más allá de que no me tocó anotar, estuve en la cancha y ganamos. Y éramos la mayoría de la cantera de Colo Colo y era como jugar con los mismos compañeros con los que