La Tercera

Víctor Jara vive: reeditan sus discos en vinilo y se reabre estadio para shows

La próxima semana se lanzan los títulos fundamenta­les del cantautor, tras un largo proceso que involucró su fabricació­n en EE.UU. y el rescate de los diseños originales. Por otro lado, desde el 28 de septiembre se realizarán una serie de shows en el estad

- Claudio Vergara

Pocas veces el concepto de “rescate discográfi­co” ha adquirido una magnitud tan literal. Tras el golpe militar de 1973, el diseñador Antonio Larrea, parte del grupo que ideó las portadas de los álbumes consulares de la Nueva Canción Chilena, sospechó que las nuevas autoridade­s irían por él y por el taller que administra­ba junto a su hermano Vicente, tal como ya lo habían hecho con otros colectivos adscritos a la izquierda.

“Siempre pensamos que nos podían quitar todo. Y con la inocencia del momento, fuimos al Ministerio de defensa a declarar que no teníamos nada malo en el taller, que no poseíamos armas. Ahí nos dieron una carta que nos declaraba como ‘casa revisada’ y por eso nunca nos requisaron”, reconstruy­e. Pese a la maniobra, el temor persistió. Por eso, Larrea tomó los negativos de todas las fotos que había capturado en esos años y los bocetos de todas las carátulas que había creado, y los escondió en la casa de su madre, donde permanecie­ron por décadas.

Fue la decisión que no sólo puso a salvo parte del más trascenden­te patrimonio de la música nacional en los 60; casi 44 años después, también permitió otro rescate discográfi­co. Uno mucho menos traumático y más planificad­o, y que asoma como una de las más importante­s iniciativa­s consagrada­s a Víctor Jara en el último tiempo: la edición de cinco de sus discos en vinilo, con un arte restaurado e imágenes y textos extraídos precisamen­te del material original resguardad­o por Larrea.

“Estos discos no estaban disponible­s en ese soporte, al menos en Chile, desde la Unidad Popular. Y nos propusimos reeditarlo­s de la manera más fiel posible a esa época”, asegura el cineasta Cristián Galaz, hoy director ejecutivo de la Fundación Víctor Jara, en torno a los álbumes que revivirán la próxima semana, tras años discontinu­ados o casi extintos del mercado oficial. Se trata de Víctor Jara (1966), Pongo en tus manos abiertas (1969), El derecho de vivir en paz (1971), La población (1972) y el póstumo Manifiesto (1974).

Una misión que partió el año pasado, cuando el organismo que preside la viuda del cantautor, Joan Jara, se adjudicó un fondo del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes, y contactó al sello local BYM Records –especializ­ado en la edición de vinilos- para sumarlo a la travesía. Ahí la discográfi­ca tomó las grabacione­s digitaliza­das que utilizó el sello Warner Music en 2001, cuando relanzó la obra del músico en CD. También existió otra alternativ­a que garantizab­a aún más respeto por el sonido de hace cinco décadas: coger las canciones desde sus cintas originales, aunque hoy también digitaliza­das, fuente que usan todos los grandes artistas para refacciona­r en alta calidad su catálogo en acetato. Pero no se pudo. Tal material hoy está en manos de un profesiona­l de la industria que pedía un altísimo precio por cederlo.

Con el ítem ya resuelto, los audios viajaron hasta la fábrica de vinilos Erika Records, en Los Angeles, EE.UU., especializ­ada en joyas de antaño – han reeditado trabajos de Elvis, Michael Jackson o KISS- y donde se hicieron 500 copias de cada disco. Como si la ruta post mortem de Víctor Jara siempre fuera un trayecto bosquejado por pequeñas historias, por relatos empujados por la coincidenc­ia, hubo un factor que facilitó la rápida elaboració­n de los álbumes, en días en que la empresa norteameri­cana estaba copada de solicitude­s.

“El marido de la dueña de esta fábrica había vivido en Valparaíso y conocía a la perfección la música de Víctor. Por eso le dio un peso y una preocupaci­ón especial al trabajo de estos vinilos”, cuenta Ignacio Rodríguez, director de BYM Records.

La siguiente fase fue telefonear a Larrea para que desempolva­ra las carpetas con el sustrato visual. El artista aceptó de inmediato, bajo un estímulo adicional: la actual tecnología le permitiría borrar los errores del pasado. “Ahora podía corregir cosas que en su momento quedaron mal y pude rescatar los detalles que en los 60 se perdieron en el proceso de impresión, que no era para nada bueno”, precisa.

Sobre la mesa de su living, Larrea muestra que, por ejemplo, hoy las manos que ilustran Pongo en tus manos abiertas –tomadas a un vendedor de papas de una feria- lucen con mayor detalle y volumen. Por otro lado, el arte interior de El derecho… por fin exhibe la silueta completa de Jara, figura borrada en la versión de los 70. “Pasé casi 50 años viendo que esa imagen tenía ese terrible error de imprenta”, revela su autor.

Gran parte de las fotos usadas –algunas son las más célebres de la vida del cantantefu­eron capturadas durante un solo día en la avenida Fleming de la capital, en Las Condes, cuando aún era un espacio casi campestre. Pero Larrea recuerda otro hito legado por las carátulas: con colores que remitían a la psicodelia, con portadas donde la imagen era tan protagónic­a que ni siquiera valía la pena poner el nombre del artista, y con técnicas como el contratipo, el trabajo desarrolla­do por el clan era absolutame­nte revolucion­ario para esos días.De hecho, avanzaba en paralelo a la audacia creativa de, The Beatles, también aburridos de que la foto de presentaci­ón de sus discos fuera un simple y estático retrato promociona­l de los músicos. “Trabajábam­os de forma independie­nte, Víctor no sabía tanto de gráficas, pero estaba abierto a todo lo que le proponíamo­s”, rememora Larrea.

Pero de todo el contenido

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► El retrato de Víctor Jara tomado en calle Fleming y ocupado en sus discos.

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