Queens of the Stone Age: Don Diablo se ha escapado
Queens of the Stone Age. Se invoca su nombre cuando declaran en agonía al rock. El líder Josh Homme marcó distancia cuando The Strokes y The White Stripes representaban el último estertor masivo del género. El guitarrista que se niega a revelar la química de su sonido a revistas especializadas, comprende el pasado como la tinta para escribir el futuro -no para repetirlo-, la misma conclusión que hace medio siglo puso en práctica Jimmy Page. Homme se convirtió en referente. Iggy Pop lo convocó para Post Pop Depression (2016). Fue su mejor disco en décadas.
Villains carga una presión enorme como si nos tuviera que salvar de algo, la misma exigencia des- templada para Arcade Fire en su reciente retorno. Aún desestimando la expectativa desentonada, la síntesis de este séptimo álbum desilusiona si la esperanza ante cada título de QOTSA es la sorpresa y la confirmación indiscutida de su lugar como punto aparte en la oferta musical reinante. Hasta ahora su discografía está exenta de pasos en falso como anota al menos un par de obras con cartel de clásicos modernos incluyendo Rated R (2000) y Songs for the Deaf (2002), rock muscular y dúctil que puso en jaque los clichés de macho arraigados en la etiqueta.
El álbum persiste en la saludable tradición del conjunto por explorar alternativas, solo que ahora los resultados carecen de la inmediatez y la efectividad embriagante de antes. La entrega previa, ... Like Clockwork (2013), mostró a un Homme vulnerable y pesimista, estado que supo traducir nítidamente en sus característicos riffs acorazados, narcóticos y cachondos. Ahora no queda particularmente clara la dirección del álbum vaticinado como bailable por la presencia del productor de moda Mark Ronson (Adele, Bruno Mars), sin que tal elemento subordine la obra.
Con lupa se advierte, a ratos, que los teclados ganan presencia contribuyendo a esos ambientes pastosos y siniestros rúbrica de QOTSA. Pero en una banda donde la guitarra protagoniza una buena parte del encanto, es la voz el centro de gravedad. Domesticated animals ejemplifica lo seguro que se siente Homme como cantante. Si bien es un intérprete que suaviza con ingenio la ruda naturaleza de su música, cuela una buena dosis de auto condescendencia en un largo y aburrido segmento de dibujo ramplón con la voz en primer plano.
Tras los nueve temas y sus 49 minutos sabes que estas canciones tienen equivalentes de mejor calidad en el catálogo de QOTSA. Hay decorados que lucen desgaste como esa insistencia por una textura radial del periodo de entre guerras y cadencia de vodevil que en clásicos como No One Knows funcionaban de maravilla, pero tres lustros después suena repetido.
Probablemente Villains resulte un éxito comercial por la presencia de Ronson. El británico define su sello en el single The Way You Used to do, instalando a estos rockeros duros bajo una bola de espejos. Kiss hizo algo parecido cuando lanzó I Was Made for Loving You (1979), una gran canción con la que vendieron como nunca mientras perdían reputación entre sus fans. Este caso no es así de dramático pero guarda ligera relación. Aunque la inquietante portada grafica la idea de Josh Homme observando la realidad con los ojos de un demonio, Villains no contiene el azufre de antaño.
QUEENS OF THE STONE AGE