Más sentimiento que spam
No deja de ser simbólico que a un año de la muerte de Juan Gabriel, que rescató las más nobles claves del repertorio latino, siga sonando en las radios, como un spam incombustible, esa parodia conceptual de lo que significa hacer música en esta parte del mundo llamada Despacito. No deja de ser simbólico porque incluso algunos ilustres cronistas de la prensa norteamericana han visto en los deslumbrantes números que exhibe la colaboración entre Luis Fonsi y Daddy Yankee una suerte de oportunidad para “lo latino”. Como si fuese una canción bisagra que eventualmente va a permitir que otras piezas -se presume “urbanas” o de similares características-, logren ser del gusto del público estadounidense.
Eso pasó antes, en 1996 con la Macarena, de Los de Río, y en 1987 con La Bamba, en la versión de Los Lobos. Y también pasó hacia fines de los 90 con Ricky Martin y su Livin’ la Vida Loca, crossover que entusiasmó a tantos por esa época en busca del sueño dorado del mercado anglo. Pero en todos esos casos el “fenómeno” de lo latino no fue más que una moda pasajera que ayudó poco y nada al impulso de un valioso cancionero que ha sido históricamente ignorado por el gusto anglosajón. Y eso lo sabía bien el “divo de Juárez”, que nunca exhibió cifras como las de todos los antes mencionados, pero que a cambio supo triunfar en su barrio y con su gente. Como la voz del pueblo, como un ídolo realmente querido por la masa. Y no fue sólo por su carisma, simpatía y desplante escénico que tenía para regalar. También fue porque el hombre que partió a los 66 años de edad se crió y forjó su carrera al alero de la ranchera y del bolero. Con letras de gente común y la emoción a flor de piel. Y ni siquiera es simbólico, sino derechamente decepcionante que no exista una figura equivalente en el mundo latino.
Tal como pasó con Michael Jackson cuando murió en 2009, dejando vació el trono del pop anglo, Juan Gabriel parece no tener relevo a su altura. Sin embargo, hay voces, que han vuelto a encontrar adentro lo que nunca hallarán afuera. Desde la chilena Mon Laferte hasta las mexicanas Lila Downs y Natalia Lafourcade. Mujeres todas que han declarado abiertamente su admiración por el autor de Querida y que saben que en cancioneros como el suyo está el corazón musical de esta parte del mundo. No en la parodia de la bomba sexy latina ni del galancete con look Miami. Porque eso también lo sabía Juan Gabriel, que antes de morir, y quizás pensando en ese mezquino mercado anglosajón, versionó un tema tan típicamente estadounidense como Have you ever seen the Rain?, de los Creedence Clearwater Revival. Un country rock que en su voz y en su lengua se transformó en una joya fronteriza del romance popular. En una canción que sólo pudo nacer, o renacer, en esta parte del mundo. Donde lo latino es un sentimiento y no el bailecito de moda.