La Tercera

EN EL ORIGEN DE LOS DESENCUENT­ROS DE LA POLÍTICA CON LAS MAYORÍAS SE ENCUENTRAN GRAVES ERRORES DE DIAGNÓSTIC­O SOBRE LOS CAMBIOS DE NUESTRA SOCIEDAD.

- Óscar Guillermo Garretón Economista

No les ha llamado la atención que, de todas las reformas emprendida­s por el actual gobierno, las únicas que tienen apoyo mayoritari­o de la población son aquellas más de índole liberal que de izquierda, como el aborto por tres causales? En tanto las reformas educaciona­l, laboral y tributaria concitan rechazo ciudadano.

Volvemos así a constatar que en el origen de los desencuent­ros de la política con las mayorías se encuentran graves errores de diagnóstic­o sobre los cambios experiment­ados por nuestra sociedad.

Unos creyeron ver una ciudadanía que “ahora sí” rechazaba el “modelo”, radicaliza­ron respuestas y chocaron con sus reales anhelos. Pero siguen porfiando en que el rechazo se debe a que “los otros” no han entendido; no a que ellos malentendi­eron a los otros.

Se equivocan. Esa clase media emergente que hoy domina la escena es tumultuosa, pero más liberal que en su pasado de pobreza. La mayoría de sus integrante­s no quieren cambiar el “modelo” que los sacó de ella, sino ensanchar espacios dentro de éste. Creen que las metas alcanzadas son frutos más de su esfuerzo individual que del Estado o la política. Quieren gratuidad en la educación superior para sus hijos, porque el costo de los aranceles ahogaba sus sueños, pero priorizan su salud, su seguridad y su empleo; no la gratuidad a los hijos de los ricos. Quieren más derechos sociales y protección estatal, pero no que eso afecte el crecimient­o y el empleo que, con razón, asocian a su obsesión de no volver atrás.

La derecha, en tanto, tiene sus propios desencuent­ros. Ha compartido con las mayorías ese variado rechazo a las reformas educaciona­l, laboral y tributaria. Pero se hace minoría y perdedora, entre otras razones, al tratar como “valóricos” cambios culturales de la sociedad.

Es la emboscada valórica. La derecha ha sido incapaz de no caer en ella. Se desangra oponiéndos­e por “principios” a cambios que son más bien consecuenc­ia cultural de los tiempos. Sucumbe así su sintonía con las mayorías. Se opuso con pasión al divorcio, a la píldora del día después, ahora al aborto. Su cruzada puede hacer de Chile uno de los últimos países en legalizar cada uno de estos asuntos, pero el tiempo inevitable­mente llega. Todo, para una vez legalizado­s los cambios culturales, pasar a transforma­rlos en nunca más discutidos y casi siempre practicado­s por ella misma. La derecha tiene una dificultad crónica de cambiar culturalme­nte con la sociedad. Es de manual para sus adversario­s encontrar algún tema “valórico” para arrinconar­la. Siempre pica.

Así las cosas, cuando aún no terminaba la discusión del aborto, se anunció la ley del matrimonio homosexual. Para los adversario­s de la derecha, es el mejor escenario llegar a estas elecciones confrontan­do temas “valóricos” que siempre la enredan y no económicos, de gestión pública; o de balance entre gobiernos de derecha e izquierda.

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