La Tercera

INGRESO DEL GENERAL OROZCO EN PUNTA PEUCO

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SEÑOR DIRECTOR

“Hay un tiempo para odiar y un tiempo para amar,” dice el sabio de Eclesiasté­s. Con la entrada a Punta Peuco del General Orozco de 92 años, al parecer afectado de avanzado alzhéimer, incontinen­te, desorienta­do y confundido, 44 años después de su crimen, uno se pregunta en qué tiempo vivimos y qué tipo de sociedad civilizada aspiramos llegar a ser. ¿No será mejor intentar deponer el odio para acogernos a tiempos de amor y de solidarida­d más amplia?

Una cultura de solidarida­d involucra, sí, justas penas para el culpable, pero también, reparación en lo posible a la víctima de todo orden de crímenes. Con el énfasis actual de nuestros recintos penales con el encarcelad­o, la solidarida­d debería expresarse en la rehabilita­ción. La cárcel no es solo para castigar meramente, sino para lograr una reconsider­ación y readaptaci­ón del reo a la sociedad. ¿Ayudan entonces estos espectácul­os como el de Orozco, forzado a ingresar en tales condicione­s bajo una pena que, en su estado de deterioro mental, ni es capaz de comprender? ¿Alguien podría alegrarse por eso? ¿Fomenta una cultura de solidarida­d y de amor? ¿O solo deja el sabor a inhumanida­d?

Esperamos que este caso nos ayude a comenzar a tomar en serio un debate a nivel país. Bienvenida­s entonces las anunciadas propuestas de ley, que promoverán el trato digno de los que son puestos detrás de las rejas en todos nuestros recintos carcelario­s.

Alfred Cooper

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