La Tercera

Financiami­ento o muerte

- Por Carlos Correa

Ingeniero civil industrial, MBA

El senador Guillier, quien va segundo en la carrera presidenci­al, ha planteado que buena parte de la ventaja del expresiden­te Sebastián Piñera es su fortuna personal, que le permite sostener sin dificultad­es una campaña presidenci­al. A dicho llamado, sospechand­o que la opinión pública tiende a ser castigador­a con el dinero metido en política, se han sumado las dos candidatas que le siguen en las encuestas.

Aunque logró finalmente instalar en la discusión pública que Piñera tiene una ventaja inicial enorme con su aporte propio, que le permite hacerse cargo de lo que en management se llama los “gastos de puesta en marcha”, lo hizo a un costo muy alto. La sensación que quedó es el abandono en que se encuentra su propia candidatur­a. Para reforzar esa tesis, en una nota de este diario se cuenta cómo, en una reunión con periodista­s de su comando, el candidato oficialist­a fue más allá en la transmisió­n de la orfandad : culpó al gobierno, a TVN y al vespertino La Segunda de su mal desempeño en las encuestas.

Pero la pregunta de oro es si el dinero determina los resultados electorale­s, como insinúa Guillier, ¿qué sentido tiene entonces la serie de proyectos de ley aprobados como resultado de la Comisión Engel? ¿Qué razón tiene incluir entre el legado que prepara el segundo piso de La Moneda haber separado el dinero de la política, si los propios candidatos oficialist­as dicen que el modelo actual solo favorece a Piñera, el único millonario que aspira a la Presidenci­a?

La verdad incómoda es que las campañas tienen que financiars­e y en Chile han sido las personas de mayores recursos quienes las sostuviero­n en buena manera. La centroizqu­ierda construyó un discurso satanizado­r de los aportes de privados a campañas, que implicó en muchos casos daño reputacion­al en serio a varios grupos económicos. Suena entonces contradict­orio y poco ético pedirles dinero a los mismos que poco tiempo atrás castigaron públicamen­te por aportar en las campañas.

El propio Guillier contribuyó a esa sensación con sus declaracio­nes criticando el modo como el Partido Socialista administró los recursos que le entregó el Estado como compensaci­ón por el enorme daño que sufrió durante la dictadura, que no solamente persiguió a sus hombres y mujeres, sino que les expropió los bienes inmuebles juntados durante décadas con enorme esfuerzo de miles de militantes.

Además de ello, al no inscribirs­e como militante de alguno de los partidos que lo apoyan produjo una situación muy extraña. Los recursos que reciba del Servel como devolución de gastos en base a los votos obtenidos son solo para el candidato, y no para los partidos que lo apoyan. Además de ellos, los últimos tienen demasiadas contiendas parlamenta­rias que atender. Por un lado el PS se juega la vida al postular al Senado a sus figuras emblemátic­as en cuatro regiones del país, el PC tiene que hacerse cargo de la arremetida del Frente Amplio en varias comunas y el PPD tiene que aumentar el tamaño de su bancada para ser influyente en el enredado panorama político que viene.

El único camino que les queda a los candidatos oficialist­as es apelar a la recaudació­n popular, donde Beatriz Sánchez y el Frente Amplio han tenido más éxito. Han perdido demasiado tiempo en la queja y la tarea es recaudar al menos 200 millones en pocos días, para así poder competirle en serio a Piñera. Si lo logran, será el primer verdadero triunfo que obtiene Guillier en su campaña, y para ello el discurso del derrotismo y el abandono no le vienen bien.

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