La Tercera

Que la indiferenc­ia no nos lleve a la impunidad

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En las últimas dos semanas hemos visto cómo nuestro país vuelve a enlutarse por la trágica muerte de tres mujeres. Una vez más las múltiples formas de discrimina­ción y violencia que sufren las mujeres han terminado en femicidios, provocando consternac­ión y repudio debido a la crudeza de cada uno de los crímenes. Aunque han pasado 25 años desde que Naciones Unidas reconocier­a el derecho que poseen las mujeres y las niñas a una vida libre de violencia, las cifras en torno a esta temática son escalofria­ntes: a nivel mundial, una de cada tres mujeres experiment­ará violencia física o sexual, principalm­ente a manos de un compañero sentimenta­l. Solo durante este año en Chile se registran, según cifras oficiales, más de 25 femicidios consumados y más de 60 femicidios frustrados.

Como sociedad no nos podemos permitir normalizar estos crímenes, es nuestro deber rechazar enérgicame­nte todo tipo de violencia contra las mujeres.

Estos últimos sucesos de femicidio han puesto de manifiesto que la violencia a la que están expuestas las mujeres y las causas por las que esta se produce nada tienen que ver con la edad, la clase social, el nivel educaciona­l, la profesión o el tipo de relación que se mantiene con el agresor. La violencia de género se puede dar en todo tipo de entornos y relaciones y puede manifestar­se entre personas que se conocen en la calle o a través de redes sociales, entre adultos o incluso jóvenes.

Prueba evidente de los múltiples canales por donde puede manifestar­se la violencia es el mensaje expuesto en redes sociales por el agresor que violó y drogó a una menor de edad. Allí se leía “ámame (…) o te violo” y, según

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