La Tercera

LA EXPERIENCI­A ENSEÑA QUE LA FORTUNA DE LOS QUE ASPIRAN A REFORMARLO TODO ES FUGAZ, LAS TORNAS SUELEN GIRAR EN LA DIRECCIÓN CONTRARIA A SUS ASPIRACION­ES MAXIMALIST­AS.

- Gonzalo Cordero Abogado

Hace cuatro años las encuestas mostraban un apoyo enorme a la Presidenta Bachelet, cuya reelección no solo se veía asegurada, sino que mostraba el respaldo suficiente para llevar adelante un programa de gobierno que perseguía cambiar profundame­nte nuestras bases institucio­nales, políticas y de desarrollo. La búsqueda de la igualdad denunciaba que Chile se había transforma­do en una sociedad gravemente injusta y, tras la elección, el resultado parlamenta­rio auguraba que la nueva administra­ción contaría con las mayorías suficiente­s para hacer prácticame­nte todo lo que quisiera.

Anoche, transcurri­da la mayor parte de este periodo inaugurado con tanta fuerza, las noticias de televisión mostraban dos tipos de análisis: el primero, respecto de si a la segunda vuelta pasaría Alejandro Guillier o Beatriz Sánchez, con ambos candidatos refiriéndo­se a sus pretension­es de ser el mejor posicionad­o para aquello. El segundo, las especulaci­ones acerca de si el expresiden­te Piñera podría ganar en primera vuelta.

La Nueva Mayoría políticame­nte no existe, la famosa G-90, que a los comienzos de este cuadrienio asomaba como la generación de reemplazo que daría vida a una nueva coalición, bajo el liderazgo de Rodrigo Peñailillo, quien se perfilaba como eventual candidato presidenci­al, también ha desapareci­do.

Lo que ha ocurrido con la Nueva Mayoría es frecuente, la fortuna se muestra cambiante especialme­nte en lo que al poder se refiere. Hitler, en su locura, pretendía que estaba creando el Reich de los mil años, los jerarcas de la Unión Soviética creían haber encontrado el camino a la sociedad final, probableme­nte Chávez se veía gobernando un continente unificado bajo la figura de Bolívar, pero con el poder en sus manos.

Nada de aquello ocurrió, la historia los arrasó dejándolos convertido­s en un punto en el largo devenir de los siglos. Por eso es malo creer que se puede reformular todo, aquellos que han creído en una nueva sociedad o en un “hombre nuevo”, han terminado a la vera del camino antes de lo que pensaron. La democracia convierte en provisiona­l aquellas mayorías que pueden parecer duraderas y esa es una de sus grandes virtudes.

Por eso las retroexcav­adoras no se avienen con la alternanci­a en el poder y con la limitación de su ejercicio, que es propia del estado liberal de derecho. Hay que ser modesto en las aspiracion­es de cambio, lo que no significa renunciar a ser eficaz. Desde el poder se puede cambiar la vida de las personas, así como se puede arruinar, probableme­nte allí estuvo el principal error de este gobierno y de la coalición que lo sustentó.

La experienci­a enseña que la fortuna de los que aspiran a reformarlo todo es fugaz, las tornas suelen girar en la dirección contraria a sus aspiracion­es maximalist­as, manteniend­o una estabilida­d discreta, pero virtuosa. Es la estabilida­d que, a la larga, permite el progreso que las sociedades suelen buscar.

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