Paréntesis
LA ELECCIÓN DEFINIRÁ SI LOS ÚLTIMOS CUATRO AÑOS SERÁN SOLO UN TRISTE PARÉNTESIS EN CHILE, O SI EL VERDADERO PARÉNTESIS FUERON LOS 30 AÑOS ANTERIORES A ESTE GOBIERNO.
Hace poco más de 30 años, en noviembre de 1986, llegué a estudiar a Estados Unidos. Sabía que venía de un país chico y relativamente lejano, pero nunca imaginé que éramos tan insignificantes para el resto del mundo. Mis compañeros de universidad sabían poco o nada de Chile. Uno de ellos me dijo que tenía un amigo en San Pablo (Brasil), como insinuando que eventualmente yo podría conocerlo. Otro me comentó que sabía de Chile porque había leído sobre la hiperinflación de principios de los 70 y un colombiano que me contó que el movimiento revolucionario M19 le pagaba los estudios, me preguntó cómo era vivir en la dictadura de Pinochet. Y eso sería todo. Para mi sorpresa nadie mencionó el tercer lugar en el Mundial de Fútbol del 62, ni lo lindo que era nuestro himno nacional o lo bueno que era nuestro vino.
En junio de 1988, cuando quedaban ya pocas semanas para regresar a Chile, recuerdo otro hecho muy interesante. Mi amigo guatemalteco, Antonio Minondo, me preguntó seriamente por qué volvía a Chile. Solo después de esa conversación me di cuenta de que los estudiantes chilenos éramos los únicos latinoamericanos que estábamos regresando a nuestro país. Argentinos, mexicanos, brasileños y por cierto mi amigo guatemalteco estaban dispuestos a cualquier cosa por encontrar un trabajo en EE.UU. y quedarse a vivir en USA. Los chilenos, por el contrario, teníamos la sensación de que volvíamos a un país que si bien era pobre y desconocido, tenía un potencial enorme y en el que estaban comenzando a abrirse grandes oportunidades para profesionales jóvenes como nosotros. Y no nos equivocamos. Los casi 30 años que mediaron entre 1985 y el 2013 son muy probablemente los más prósperos y dinámicos de la historia de nuestro querido país.
En lo económico pasamos de la medianía de la tabla de los países latinoamericanos a ser el país más rico de Latinoamérica. En 1986, cuando partí a EE.UU., vivir en Chile era el equivalente de lo que hoy sería vivir en un país como El Salvador o Armenia. En lo deportivo pasamos de jugar como nunca y perder como siempre a cosechar triunfos importantes. Ahora, cuando le preguntas a un extranjero por Chile, por lo muy bajo te menciona a Vidal, Sánchez, te preguntan por qué a Chile le va mejor que al resto de los países latinoamericanos, conocen el Casillero del Diablo de Concha y Toro y los más sofisticados te hablan maravillas de las Torres del Paine.
Quienes hemos sido partícipes del período en que Chile logró bajar la pobreza de 45% a menos de 10% y que permitió que Chile pasara de los triunfos morales a los triunfos reales, nos sentimos muy orgullosos de lo que hemos logrado. El mayor error del gobierno de la Nueva Mayoría no son sus pésimas reformas. Es haber intentado arrebatar a toda una generación de chilenos el orgullo de haber sido protagonistas del período de mayor prosperidad en la historia de Chile. Por lo mismo, la elección de noviembre es muy importante. Ella definirá si los últimos cuatro años serán solo un triste paréntesis de nuestra historia o si el verdadero paréntesis fueron los 30 años anteriores a este gobierno.