La Tercera

DEBATE POR ARANCELES EN EDUCACIÓN SUPERIOR

Al momento de evaluar nuestro sistema, no solo cabe atender al alto costo de los aranceles, sino también a lo rentable de obtener un título profesiona­l.

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Tal como cada año, el informe Education at a Glance que elabora la OCDE entrega valiosa informació­n respecto al sistema educativo chileno y lo pone en perspectiv­a con los indicadore­s de los países desarrolla­dos. En ese sentido, llamó la atención el alto valor de los aranceles de las institucio­nes de educación superior -estatales y privadas- en nuestro país. Sin embargo, esa es una mirada parcial del asunto. Quienes pasan por la educación superior elevan significat­ivamente sus opciones de conseguir un empleo y de optar por buenos sueldos, siendo entonces una decisión rentable, tal como lo reflejan las cifras del informe.

Obtener un título universita­rio en Chile implica un alto costo. En efecto, para todo tipo de institucio­nes y grados está entre los más altos del mundo. Sin embargo, ello no es sino un reflejo de cómo funciona nuestro sistema. En él existe libertad de las institucio­nes para definir los precios que cobran y donde el Estado entrega ayudas a los estudiante­s -en forma de becas o créditos y más recienteme­nte vía gratuidad- para que sean ellos quienes elijan el proyecto educativo que más les interese. Esto implica una diferencia importante en el costo que se observa para países en donde el financiami­ento se entrega directamen­te a las institucio­nes y por ello presentan aranceles muy bajos; sin embargo, quien soporta dichos gastos es la población, que paga con sus impuestos la educación de los jóvenes.

Además de la precaución respecto a cómo interpreta­r los datos, el informe de la OCDE permite conocer cuál es el valor que obtienen los alumnos una vez que cursan la educación superior, aspecto que fue menos mencionado a pesar de los destacados resultados del país. En primer lugar, para aquellos que se titulan de la educación superior, sus posibilida­des de estar empleados son las que más crecen cuando se compara contra quienes únicamente terminaron su educación escolar. De esta forma, los chilenos de entre 25 y 34 años con un título de educación superior presentan una tasa de empleo de 85% versus el 69% de quienes solo se graduaron de la educación escolar. Asimismo, el premio salarial es más alto en nuestro país que en cualquiera de las demás naciones OCDE, lo que significa que no solo tienen más acceso al trabajo sino que los egresados de la educación superior logran mejores empleos.

Tomando en considerac­ión los costos y los beneficios de obtener un título de educación superior, e incluyendo los ingresos que se dejaron de percibir mientras la persona estuvo estudiando, la rentabilid­ad de un título en Chile es relativame­nte alta en comparació­n con el resto de los países. Ello demuestra lo razonable de nuestro sistema de financiami­ento, que pudiendo ser perfeccion­ado, cumple con el objetivo de cobrar a quienes reciben los beneficios de una mayor inversión en capital humano.

Esta razón, además del hecho de que Chile sigue gastando menos en términos absolutos y en proporción a su nivel de ingresos que los países desarrolla­dos en educación escolar –fundamenta­lmente en educación media-, son poderosos argumentos para descartar la ampliación de la política de gratuidad.

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