Su Excelencia (y) el Estado
EL GOBIERNO VIVE EN LA MISMA TENSIÓN DE LA IZQUIERDA CHILENA DE LA GUERRÍA FRÍA: ENTRE GOBERNAR CON EFICACIA O TEORIZAR DESDE EL GOBIERNO SIN ATENCIÓN A LOS EFECTOS.
Hace dos semanas la Presidenta Bachelet asistió a la ceremonia de inauguración de la nueva Escuela de Gobierno de la UC. Dos pasajes de su discurso merecen atención porque reflejan las tensiones que ha enfrentado al gobernar. Al inicio la Presidenta delineó el rol que, a su juicio, debía tener el Estado. Así fue como afirmó que para algunos, entre los cuales estaba ella, el Estado y las políticas públicas “son las principales herramientas para acercar los resultados de la vida social a una idea de justicia”. Y luego estaban los otros que solo creían en un Estado correctivo de fallas de mercado que debía dirigir su acción social hacia los más pobres: “Un enfoque de derechos sociales versus una mirada de subsidiariedad y focalización”, concluyó.
La división, aunque simplista, refleja la teoría que empapa las políticas de gobierno. Por un lado, demasiada confianza en la presencia estatal como la gran solución a los problemas. Y por el otro, una crítica a la focalización, esto es, la opción preferente por los más pobres; estos son ahora “invisibles” frente a la utopía de los derechos sociales universales.
Pero el segundo pasaje muestra una cara radicalmente distinta. Más adelante la Presidenta dijo que las demandas que recaen sobre el Estado “tienen que ver más bien con fines que con medios; tienen que ver más con los resultados que se esperan que con cómo lograrlo”. Y concluyó: “Muchas veces, se descuidan aspectos fundamentales de un buen gobierno, incluso por parte de quienes le asignan un protagonismo mayor al Estado”.
Esto último es sorprendente para un gobierno en que cada reforma emblemática se ha centrado en los “medios” olvidándose de los fines. Porque si lo importante era mejorar la educación, que el medio haya sido un establecimiento con o sin lucro debiera haber sido secundario. O si el fin era construir hospitales, el medio (las concesiones) no debió haber sido tema. También las pensiones: si el fin es mejorarlas, ¿qué importa que el 5% lo administren las AFP? Y en fin, en el debate en educación superior el medio (universidades estatales, tradicionales o privadas) es el centro de la discusión y nadie en el gobierno parece muy preocupado del fin.
¿Por qué esta contradicción? ¿Por qué primero se ensalza al Estado y después se cae en cuenta que el fin es lo relevante?
Es que el gobierno, y ahora sabemos que también la Presidenta, viven en la misma tensión que caracterizó a la izquierda chilena de la Guerra Fría: la tensión entre gobernar con cierto grado de eficacia o solo teorizar desde el gobierno sin atención a las consecuencias. Es cierto que la pura eficacia no es suficiente y que, como ya lo sabe bien la centroderecha, es necesario un relato y una agenda que dialogue con los principios del sector. Pero el caso de Bachelet y su gobierno es de libro pues, como ninguno antes, optó por teorizar y preferir los medios a los fines. La esperanza, aunque tardía, es que esa frase en su discurso sea un signo de arrepentimiento.