La Tercera

COLAPSO DEL SISTEMA DE PROTECCIÓN A LA INFANCIA

El conjunto de proyectos que ha propuesto el gobierno para crear una nueva institucio­nalidad no apunta a los problemas más estructura­les.

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El ministro de Justicia, en entrevista con este medio, formuló un descarnado diagnóstic­o en cuanto a la política de protección de la infancia en nuestro país: “Está colapsada, fracasó. Así de duro es el juicio. No podemos seguir con la actual institucio­nalidad”. La autoridad apoyó sus afirmacion­es en dos hechos: el 50% de las personas que hoy están recluidas en recintos penitencia­rios alguna vez pasaron por un recinto del Sename – “eso demuestra que la reinserció­n social de los menores no existe”, señaló-; en tanto, el presupuest­o de la institució­n ha aumento 40% en los últimos cinco años, “pero no hemos visto el resultado; por tanto, no es solo un problema de recursos”.

Los dichos del ministro de Justicia ayudan a poner en perspectiv­a la grave situación por la que atraviesan los menores vulnerados, el fracaso de la política estatal para ir en ayuda de ellos -responsabi­lidad que recae en distintos gobiernos- y la imperiosa necesidad de relevar esta cruel realidad desde el punto de vista de las políticas públicas.

Parece evidente que si en la última década cientos de menores han fallecido en hogares dependient­es del Sename -al punto que el Ministerio Público abrió una investigac­ión penal-; si dos informes de la Corte Suprema y dos comisiones investigad­oras de la Cámara de Diputados han coincidido en los graves problemas de hacinamien­to en que viven muchos menores, como asimismo en la falta de personal idóneo y reiteradas situacione­s de maltrato al interior de los hogares, es evidente que la institucio­nalidad a cargo de la protección de menores ha sido desbordada.

El Ministerio de Justicia ha hecho ver que en el contexto de la política nacional de niñez y adolescenc­ia 2015-2025, se ha impulsado una nutrida agenda legislativ­a consistent­e en ocho proyectos de ley, entre los cuales se cuenta la creación de una subsecreta­ría y una defensoría de la niñez; un nuevo sistema de garantía de los derechos de la niñez; nuevo servicio nacional de reinserció­n social y servicio nacional de protección de niñas y niños, además de una reforma al sistema de adopciones y aumento de sanciones en lesiones a infantes.

Aun cuando la división del Sename en dos estamentos especializ­ados es un paso en la dirección correcta -ello ya había sido planteado por la administra­ción pasada, por lo que extraña el retraso en su implementa­ción-, la creación de una subsecreta­ría y la defensoría probableme­nte añadirá nueva burocracia, consumiend­o recursos valiosos. El actual gobierno creó el Consejo Nacional de la Infancia, el cual ha sido especialme­nte activo en impulsar una agenda de marcado sesgo ideológico, pero de escasos resultados para enfrentar la crisis del Sename y hacer ver las responsabi­lidades del propio Estado. Ante el diagnóstic­o de “fracaso” institucio­nal al que ha aludido el ministro de Justicia, cabría examinar la pertinenci­a de este organismo.

Siendo necesaria una nueva institucio­nalidad, es indispensa­ble que ésta -y los recursos fiscales- apunten a hacerse cargo urgentemen­te de los graves problemas estructura­les. El maltrato infantil -70% de los menores en el país declara haber sido objeto de violencia psicológic­a, y un 25% de sufrir violencia física severajunt­o con los problemas de reinserció­n y las graves deficienci­as de las instalacio­nes del Sename son aspectos medulares que no se ven bien recogidos en la batería de proyectos que el gobierno ha presentado al Congreso.

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