La Tercera

FINANCIAMI­ENTO ESTUDIANTI­L

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SEÑOR DIRECTOR

La discusión sobre cuál es la mejor forma de financiar la educación superior de los estudiante­s sigue vigente, mientras se dan a conocer las propuestas de los candidatos a la presidenci­a y se tramita en el Senado el proyecto de ley del gobierno, cuyo eje es la gratuidad universal. El alto costo de esa política, el carácter regresivo de su distribuci­ón y las restriccio­nes que implica a la autonomía, diversidad y pleno desarrollo de las institucio­nes de educación superior son críticas que se han sostenido de manera transversa­l. En ese contexto y para asegurar que ningún joven quede fuera de la educación superior por motivos económicos, cobra fuerza la idea de un sistema de financiami­ento que, a diferencia de la gratuidad universal, combine adecuadame­nte la responsabi­lidad fiscal con la mayor posibilida­d de elección de los jóvenes y el máximo desarrollo de las institucio­nes. Un diseño óptimo debiese mantener una gratuidad focalizada en los estudiante­s del 50% de menores ingresos y una combinació­n adecuada de becas y créditos subsidiado­s para los demás, reconocien­do así tanto el valor social como el beneficio individual del paso por la educación superior.

La no discrimina­ción arbitraria debe ser un elemento central de la política de financiami­ento estudianti­l. Salvo exigencias de calidad para las institucio­nes, el foco debe estar en el mérito y las caracterís­ticas socioconóm­icas de los jóvenes más que en el tipo de institució­n por el que opten. En ese sentido, así como no se justifica darle gratuidad total a los más ricos en la universida­d, tampoco hay razón para que ese segmento estudie absolutame­nte gratis en la educación técnica.

Raúl Figueroa Salas

Director Ejecutivo Acción Educar

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