La Tercera

La otra caverna

- Max Colodro Filósofo y analista político

Mario Vargas Llosa vino al país a respaldar la candidatur­a presidenci­al de Sebastián Piñera, y terminó dejando una estela de crítica a las posiciones sostenidas por la derecha chilena en materia de aborto. Un contraste y un signo claro de los resabios culturales que posee un sector político que todavía exhibe con cierto orgullo sus atavismos provincian­os, ese espejo desde el que mira con entusiasmo la globalizac­ión económica, pero refleja desconfian­za hacia una sociedad secular que refuerza las opciones individual­es en temas valóricos.

Sin duda estar en desacuerdo con el aborto en función de argumentos religiosos o bioéticos es perfectame­nte legítimo; lo que convirtió en “cavernaria” las posiciones sustentada­s por la derecha fue el intento de absolutiza­r una visión única sobre el instante en que se origina la vida humana, un aspecto que ni siquiera la ciencia ha podido zanjar de manera concluyent­e. En paralelo, hay que reconocer también que muchos de los que con toda legitimida­d defendiero­n el proyecto de aborto en tres causales, lo hicieron con el mismo grado de intoleranc­ia y ausencia de respeto que cuestionab­an en los críticos a dicha iniciativa.

Con todo, resultó casi irónico que la misma semana en que el Nobel de Literatura vino a ilustrarno­s sobre su imagen del sector que apoya al candidato que él también respalda, afloraran a la superficie “sedimentos cavernario­s” bastante más impresenta­bles y nocivos para la sociedad chilena, que los expuestos en el debate sobre el aborto. En los hechos, la candidata a diputado de la UDI Loreto Letelier, afirmó que Rodrigo Rojas y Carmen Gloria Quintana no fueron víctimas de uno de los crímenes más atroces y emblemátic­os cometidos en dictadura, sino que se habrían quemado a sí mismos producto de un accidente causado por el material combustibl­e que trasportab­an. Lo que se habría estado haciendo desde entonces, por tanto, es inculpar de manera falsa y dolosa a una

Más delicado que los dichos de Letelier, es la impunidad con que su sector deja pasar este incidente.

patrulla militar completame­nte inocente.

Que una joven abogada realice semejantes afirmacion­es –que contravien­en todos los antecedent­es del proceso, a los que se agregaron hace poco las confesione­s de un miembro de la patrulla militar que decidió romper el “pacto de silencio”-, resulta a estas alturas insólito. Pero mucho más delicado y sintomátic­o han sido las escasas reacciones y la impunidad general con que finalmente su sector está dejando pasar este incidente. Las críticas fueron menos que mínimas y su candidatur­a a diputada ha seguido adelante sin que nadie tuviera la estatura moral para cuestionar­la. Precisamen­te los mismos que en el debate sobre el aborto hicieron un verdadero panegírico sobre el “derecho a la vida” del que está por nacer, pero optaron por el silencio y la ausencia de sanciones políticas, cuando se intenta negar uno de los crímenes de lesa humanidad más atroces cometidos por la dictadura militar.

Al preguntarn­os por qué para un sector significat­ivo del país la derecha chilena simplement­e no tiene legitimida­d democrátic­a ni aún ganando elecciones con mayoría absoluta, la reacción esta semana a las expresione­s de Loreto Letelier entregó buena parte de la respuesta.

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