PROBLEMA GRATUITO
La polvareda levantada por la ausencia de Marcelo Díaz estaba a punto de decantar cuando dos desafortunadas noticias volvieron a reflotar su no convocatoria. Las lesiones de Pedro Pablo Hernández y Charles Aránguiz nos replantea la necesidad de armar un nuevo mediocampo. Honestamente, se me ocurren cinco posibles soluciones, cada una de ellas contando con un eje central llamado Arturo Vidal.
Todo esto considerando que Chile mostró muchas dudas en su elaboración de juego los últimos dos partidos. Frente a Paraguay y Bolivia vimos la cara menos amable de esta exitosa generación.
Normalmente cuando eso pasa, la mente del futbolista se nubla. No olvida jugar ni mucho menos, pero sí se bloquea con cada error que comete o con cada pase que no llega a destino. Como si fuera poco, los errores propios agrandan al rival haciéndolo, a veces, ficticiamente superior.
Ante ese escenario los equipos se paralizan sumando malas decisiones. Individuales y, especialmente, colectivas. Es precisamente en esos minutos en que el DT debe hacer la diferencia, marcando la pauta con decisiones consecuentes y convincentes ¿Cuál tomó Pizzi? Sacar de la convocatoria a un titular indiscutido. Una decisión que, independientemente de sus fundamentos, provoca un sismo en un camarín hermético y sensible a las críticas.
No rebato su decisión de golpear la mesa. Sí el momento. Porque si quería hacerlo podría haber esperado el término de las clasificatorias (donde sigo creyendo que Chile clasificará). Ante lo poco que dice nuestro DT en conferencia de prensa, quiero rescatar una frase a propósito de la ausencia de este hecho: “Elegimos los jugadores que mejor se adecuan a la planificación del partido”.
Para nadie es un secreto que Marcelo Díaz no jugó bien las últimas dos fechas, pero ¿quién sí lo hizo? Bajo esta premisa Alexis tampoco debió ser nominado ¿Era razón suficiente para no convocarlo? ¿De la noche a la mañana ya no calza en la planificación para ni siquiera ser nominado? Definitivamente no lo creo. Juan Antonio Pizzi se compró un problema gratis y, lo más terrible de todo, en el peor momento.