La Tercera

CONFUSAS SEÑALES EN PRESUPUEST­O 2018

La propuesta que ha presentado el gobierno se aleja de la necesaria señal de austeridad que aconseja el deteriorad­o estado de nuestra posición fiscal.

-

7

Las señales del mercado en relación a la posición fiscal de nuestro país son elocuentes. A la reducción en la clasificac­ión de riesgo que han hecho las principale­s calificado­ras internacio­nales, se sumó la publicació­n reciente del Índice de competitiv­idad del World Economic Forum en cuyo informe el ítem “Balance Presupuest­ario Fiscal” retrocedió 20 puestos, ubicando a nuestra economía en este aspecto en el lugar 69.

En este escenario, en donde la responsabi­lidad fiscal de nuestro país ha estado en la mira del mercado, se hacía más necesario que nunca entregar señales de austeridad que revalidara­n el compromiso del gobierno con la sustentabi­lidad de las finanzas públicas, sobre todo porque el actual ministro de Hacienda fue el impulsor de la regla fiscal en nuestro país.

Diversos analistas del mercado, el Banco Central, y el propio ministro de Hacienda habían estimado que un crecimient­o real del gasto público en torno al 3% estaba en línea con la señal que esperaba el mercado para asegurar la necesaria austeridad fiscal. De hecho, en una reunión efectuada entre el ministro de Hacienda y parlamenta­rios oficialist­as hace algunas semanas, se acordó elevar el gasto en esos niveles.

Sin embargo, el gobierno escogió enviar una señal confusa. El presupuest­o de 2018 considera un incremento en el gasto público de 3,9%, casi un punto por sobre el crecimient­o estimado del PIB, que según Hacienda se expandirá en 3%. Pese a que según los parámetros expuestos el gobierno cumpliría con la regla fiscal de reducir el balance estructura­l en 0,25% respecto al año previo, lo cierto es que la aplicación de esta modalidad no solo no ha logrado convencer al mercado, sino además ha contribuid­o a disparar la deuda pública bruta en torno al 25% del PIB, el mayor nivel en un cuarto de siglo.

En concreto, el déficit estructura­l usando los parámetros de 2018, desde la introducci­ón de la regla móvil de 0,25% por año, ha caído a un ritmo de solo 0,13% al año, pasando de -1,9% en 2015 a un proyectado de -1,5% en 2018. Además, la estimación del gobierno para el próximo año anticipa un nuevo déficit efectivo, que sería el sexto consecutiv­o y el octavo en la última década.

De persistir los déficits efectivos año a año y el incremento progresivo de la deuda pública como porcentaje del PIB -amparados en crecimient­os del gasto público permanente­mente sobre el crecimient­o del producto-, se seguirá comprometi­endo la imagen de responsabi­lidad de nuestro país. A la luz de lo anterior, se hace indispensa­ble la necesidad de perfeccion­ar la regla fiscal, la que paulatinam­ente ha ido perdiendo su efectivida­d en la contención de niveles de gasto abultados.

La posición fiscal de Chile no es algo que competa solo a la administra­ción de turno, sino que compromete el nivel de tasas de interés y el acceso a financiami­ento al que optan empresas y familias. Las nuevas autoridade­s deberán resolver el difícil dilema de reposicion­ar la austeridad fiscal como atributo de nuestra economía mientras generan las condicione­s para que el país retome tasas de crecimient­o elevadas.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile