La Tercera

CON EL CORAZÓN EN LA MANO

- Por Felipe Hurtado

La calma era fundamenta­l. Por sobre jugar bien. Era importante confiar en el planteamie­nto y en las capacidade­s; no perder la concentrac­ión y empujar por el control de la pelota. No volverse loco si las jugadas no salían, no desesperar­se si costaba llegar o si el rival crecía inesperada­mente.

Conseguir la victoria estaba por encima de cualquier considerac­ión.

Después de semanas turbulenta­s, de la doble debacle frente a Paraguay y Bolivia, de la aparición de las dudas, de las recriminac­iones, de la crisis, de los chivos expiatorio­s y l os cuestionam­ientos al técnico, su sistema y formas, Chile estaba obligado a demostrar que mantenía intacto el enfoque requerido para la tamaña empresa de conseguir llegar a Rusia 2018.

Y lo tuvo. Cuando todo parecía perdido, incluso.

En esa pelota limpia que recibió Vargas de Valdivia, tras el robo de Sánchez a Valencia. Porque hasta ahí no le era sencillo generar peligro ante un Ecuador que se agrupaba atrás para apostar por el contragolp­e rápido.

Y nuevamente en el epílogo, con el gol del tocopillan­o que sacó a la Roja de un knock out casi seguro.

En una jornada en la que la labor colectiva volvió a ser el principal motor de la Selección –algo que jamás debe cambiar-, Valdivia tuvo el encuentro que se esperaba de él.

Su firma estuvo en cada una de las situacione­s de riesgo y profundida­d que generó Chile mientras el volante estuvo en el campo, entre ellas un cabezazo suyo que bien pudo traer la tranquilid­ad mucho antes.

Respondió al clamor popular que pedía su inclusión desde el primer minuto.

Sin embargo, ni la adrenalina de un triunfo de suspenso ni todos los pases del Mago garantizan la clasificac­ión.

No hay nada dicho. Cinco equipos separados por dos puntos, lo confirman.

El que pestañea, se queda abajo.

Toca ir nada menos que a Brasil, invicto en casa por Clasificat­orias, y hacerlo sin ningún integrante del mediocampo ideal de esta generación( salvo el milagro de Aránguiz ), obligando are pensar una zona clave en la esencia de este equipo. Es la oportunida­d de Pizzi para lucir las alternativ­as que tiene pensadas ante la inexplicab­le ausencia de Marcelo Díaz.

Nombres más o menos, la clave está en mantener el foco recuperado; en no pensar para atrás, sino que para adelante.

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