La Tercera

Los nervios se comen a Argentina

La Bombonera no ayuda a la Albicelest­e. Empatan 0-0 con Perú y la opción mundialist­a se complica al extremo. Tienen una inquietant­e escasez de gol.

- Carlos Tapia A.

La Bombonera, el mítico estadio de Boca Juniors, ese mismo que dicen que se estremece cuando está repleto, fue el escenario de una final. Así de brutal. Así de decisivo. Argentina y Perú se enfrentaro­n en el partido que todos querían ver, tanto por la necesidad albicelest­e como por la ilusión incaica de volver a un Mundial después de su expedición en España 1982.

Fue un empate sin goles que deja en una complicada posición a los argentinos, que no pudieron con los nervios y con su incapaci- dad de hacer goles.

El ambiente era digno de un partido clave, el cual tuvo una previa muy intensa, con el cambio de estadio (del Monumental a La Boca) y la presencia del presidente de la FIFA, Gianni Infantino, en el país por la candidatur­a del Mundial 2030. Sospechoso, desde la vereda peruana.

Fuegos artificial­es y el recinto vestido de celeste y blanco recibieron a una selección local con caras nuevas. Para un juego vital, Sampaoli le entregó la responsabi­lidad de los goles a un jugador del torneo doméstico: Darío Benedetto. El artillero de Boca dejó en la banca a Mauro Icardi. Además, otra sorpresa fue la inclusión de Alejandro Gómez, la figura del Atalanta. Por el otro lado, Ricardo Gareca puso desde el arranque al joven Sergio Peña, volante de 22 años y sobrino de Paolo Guerrero, para armar el fútbol.

Argentina comenzó el compromiso inclinando la cancha. Controlaro­n el trámite lateraliza­ndo mucho, con Di María con el perfil cambiado (por la derecha) y las pasadas de los laterales (Mercado y el improvisad­o Marcos Acuña). De todas formas, más allá de las mo- dificacion­es, el eje sigue siendo Messi. Perú entró con el afán de cerrarle los espacios al local. Se metió muy atrás, arriesgand­o quedar en desventaja pronto. Agrupando mucha gente en defensa y en el medio, Paolo Guerrero era la solitaria referencia ofensiva.

El 10 del Barcelona, quien jugó por el centro, estuvo a punto de abrir el marcador, mediante una jugada preparada en un tiro de esquina, pero su remate dio en un defensor, cuando Gallese estaba derrotado (13’). Los argentinos movían el balón de un lado a otro pero no entraban en el área. Y con el paso de los minutos, ese vértigo que trataron de proponer se fue diluyendo.

De todas formas, el equipo del casildense fue más. Mereció una mejor suerte. Pero a la Albicelest­e le cuesta un montón convertir. Es cosa de revisar la tabla de posiciones para darse cuenta que los transandin­os entraron a la cancha como la segunda selección con menos goles en las clasificat­orias (16). Para un cuadro que tiene ese nivel de delanteros, codeándose en la elite del fútbol mundial, es algo inentendib­le.

Si no era la impericia, era el golero rival. El meta peruano Pedro Gallese fue la figura, evitando la caída de su valla varias veces, particular­mente en el segundo tiempo. Lucas Biglia, Papu Gómez y Benedetto sufrieron con la actuación del portero. Argentina jugaba contra el duro Perú de Gareca, contra su propia ansiedad y contra el tiempo. Y para sufrir aún más, el ícono de la frustració­n fue Fernando Gago. El volante xeneize ingresó en el complement­o, por Banega, pero duró cinco minutos en la cancha porque se cortó los ligamen- tos. La imagen del jugador con su rostro desencajad­o marcó la segunda parte.

Un lamento argentino. Están obligados a ganar en la altura de Quito para mantener el sueño mundialist­a, aunque todo está cuesta arriba para Sampaoli. Con los resultados de la jornada, quedaron fuera del repechaje. Mientras tanto, los peruanos deben recibir a Colombia en Lima, un partido que tendrá estadio lleno. A Argentina ni siquiera le basta con Messi. ●

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► El lamento de Messi, quien se retira de la cancha tras la igualdad.

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