La Tercera

ARREMETIDA FISCALIZAD­ORA A LAS AFP .

Es lamentable que el Ministerio del Trabajo y la Superinten­dencia de AFP estén utilizando discrecion­almente sus facultades para desprestig­iar a un sector.

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7 EDITORIALE­S

El Ministerio del Trabajo y la Superinten­dencia de AFP -entidad que jerárquica­mente depende de dicha cartera- han dejado caer toda su artillería fiscalizad­ora y mediática en contra de la AFP Capital, cuestionan­do severament­e el viaje al Caribe que la administra­dora ofreció a sus colaborado­res más destacados, como parte de su política de incentivos. La polémica surgió a raíz de una denuncia que hizo el ex abanderado del Frente Amplio, Alberto Mayol, quien acusó a dicha AFP de no hacer buen uso de los recursos provenient­es de las comisiones que pagan los afiliados. Ante el generaliza­do revuelo, la propia AFP y el gremio que reúne a las administra­doras calificaro­n esta actividad de poco afortunada y ofrecieron disculpas a los afiliados.

Pero más allá de la legítima discusión de cuál debería ser una adecuada política de incentivos en una AFP -parece evidente que la imagen que proyectó la compañía a la luz de los videos que han circulado resultó muy poco feliz, y de escasa sensibilid­ad con el momento político actual-, resulta especialme­nte grave que la propia autoridad se haya hecho eco de infundios, validando la posibilida­d de que dicha actividad se pudo haber financiado con fondos de los afiliados. Así, el superinten­dente de AFP ofició a la administra­dora para que indique a la brevedad de qué forma se financió el viaje y que respalde todos los gastos. “Queremos estar seguros de que no hay ni un recurso, ni un peso de los fondos de pensiones financiand­o ese viaje”. A su vez, la ministra del Trabajo aseguró que la “injustific­able fiesta de AFP Capital solo demuestra que hacemos lo correcto al crear un sistema de ahorro colectivo con administra­ción estatal”, e instruyó oficiar a to- das las AFP, pues “las comisiones son para administra­r fondos, no para hacer fiestas”.

Aun cuando la AFP ha explicado que dicha política de incentivos se financió con recursos propios, la autoridad insiste en cuestionar el viaje, resultando abusivo que sin prueba ni fundamento alguno asuma que esta actividad se pudo haber financiado con fondos de los afiliados, y gratuitame­nte extienda la duda hacia todo el resto del sistema. El sistema previsiona­l chileno establece férreos resguardos para cautelar la intangibil­idad de dicho ahorro, aportes que son de propiedad de cada trabajador y se contabiliz­an en una cuenta individual. Las AFP se financian exclusivam­ente con el cobro de comisiones, por lo que es inexcusabl­e que el regulador aliente deliberada­mente esta confusión.

Resulta intimidato­rio que producto del uso discrecion­al de las facultades del regulador, a partir de ahora cualquier actividad“privada” que realice alguna empresa pertenecie­nte aun sector regulado-bancos, sanitarias, AFP, entre otras -, pueda quedar automática­mente bajo sospecha y obligada a rendir cuentas en aspectos que la ley no contempla expresamen­te. Las superinten­dencias son organismos eminenteme­nte técnicos, por lo que resulta perjudicia­l para el sistema cuando desbordan sus facultades y entran en la arena política, debilitand­o la indispensa­ble certeza jurídica y neutralida­d. Los ejemplos de este debilitami­ento institucio­nal -que tanto daño causan al país- se han multiplica­do estos últimos años, principalm­ente por el excesivo ideologism­o con que se han emprendido las reformas estructura­les, a lo que también ha contribuid­o la pusilanimi­dad de algunos actores para salir al paso de estas asonadas.

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