Guillier y el cambio tecnológico
Hace unos días un titular de un diario electrónico dec í a que el senador Alejandro Guillier proponía un impuesto a la robotización, en caso de ser elegido Presidente. A primera vista me pareció una tontería, como querer tapar el sol con un dedo. Para ser justos, el senador en la entrevista señalaba que no se podía impedir la modernización de los métodos productivos vía robots pero que sí podría ser necesario enfrentarla con un impuesto en el corto plazo para evitar sus efectos sobre el empleo. De cualquier modo, sentí curiosidad por conocer más de su programa de gobierno en cuanto a cómo se evalúa la incorporación de los acelerados cambios tecnológicos globales a la economía chilena. Buscando en internet llegué a la versión oficial del programa registrada en el Servel, sobre la que querría hacer un par de comentarios.
Guillier indica en su programa que hay dos caminos para afrontar el cambio tecnológico: uno, permitiendo que las nuevas tecnologías se incorporen en Chile sólo por las señales del mercado; y el otro, estableciendo un nuevo pacto s oci a l para “apropiarnos (sic) de esas nuevas te c nol ogí a s para construir una competitividad que no esté divorciada de la igualdad de oportunidades”. ¿Por qué prefiere este último camino (que no queda claro qué s i gnifi c a ni cómo se arriba a dicho pacto social)? Porque “…la incorporación de nuevas tecnologías según las orientaciones del mercado s ól o agudizará las brechas sociales, afectando la gobernabilidad, obligándonos a convivir con altas tasas de desempleo juvenil y haciendo cada vez más difícil que la política pública pueda compensar la desigualdad de oportunidades”.
Aunque la retórica del texto es la de un período electoral y la desconfianza en la economía de mercado es natural en la izquierda, es cierto que la incorporación de nuevas tecnologías –y en forma acelerada– trae aparejado el riesgo de dejar de perdedores a muchos que se quedan atrás por no tener las capacidades para enfrentar el cambio. Ello, a su vez, puede desembocar en una peor distribución del ingreso y en la creación de bolsones de desempleo. Pero la respuesta fácil de poner un impuesto al uso de nuevas tecnologías desaprovecha los aumentos en productividad -y por tanto, en crecimiento- que ellas traen, perjudicando la economía del país. La instauración de un nuevo pacto social parece una frase sin contenido y que choca con dos realidades. Primero, no tenemos como país experiencia en generar tal instrumento con una metodología aceptada por todos, el pacto social de la transición a la democracia fue implícito y fáctico más que elaborado conceptualmente. Y segundo, Chile es una economía pequeña y fuertemente integrada al mundo, escenario caracterizado por una feroz competencia que nuestras empresas enfrentan en el mercado global; es decir, no hay respiro como para postergar la integración de las nuevas tecnologías en for-
“No hay respiro como para postergar la integración de las nuevas tecnologías en forma gradual y temperada por un pacto social”.
ma gradual y temperada por un pacto social.
La respuesta difícil es el camino largo y complejo de educación y capacitación. Es necesario ya mismo modernizar los contenidos y metodologías de todos los niveles de educación formal para que los estudiantes aprendan a enfrentar y gestionar los cambios, lo que requiere reforzar materias generales y, sobre todo, lenguaje y matemáticas. Algo similar debiera hacerse en capacitación. Las estadísticas señalan que la mitad de los adultos en la fuerza laboral son analfabetos funcionales, con una gran deficiencia en comprensión de lenguaje y habilidades matemáticas mínimas. Esto es de la máxima urgencia. No podemos poner parches como impuestos a la robotización -que son impuestos al progresoni darnos un tiempo largo de debate sobre un nuevo pacto social que enmarque una asimilación pausada -y lenta- de las nuevas tecnologías. No hay tiempo. Ni tampoco parece práctico.