La Tercera

EN PUNTILLAS

- Por Marcelo Contreras Crítico de Música

Cinco años desde Batt l e born, el último paso por estudio de The Killers y conquistan su primer número uno en el listado Billboard 200. Triunfo comercial, felicitaci­ones al departamen­to de marketing, porque la calidad del álbum sugiere otra cosa. Wonderful wonderful es un regreso que se desvanece intrascend­ente sin dejar huella. Lo que el debut Hot fuss (2004) conseguía con facilidad, acá implica una quimera.

Una de las bandas más importante­s del mundo -con esa reputación son cabeza de cartel en el próximo Lollapaloo­za Chile-, persiste en producir música ligera, un amasijo de sonidos, melodías y arreglos de manual que cargan con un contrasent­ido. Líricament­e Wonderful wonderful es una obra con una temática densa. Se concentra en la figura de Tana, la esposa del líder Brandon Flowers, de infancia terrible y problemas de depresión.

El cantante va relatando distintos episodios y estados de su pareja desde el temprano abandono por parte de la madre (el corte homónimo), Rut, donde pide ayuda, y Life to come, que alude a un episodio cuando el músico abandonó una gira por una crisis en el estado anímico de Tana.

Este material de enormes posibilida­des dramáticas, queda reducido a un pop rock que presume grandilocu­encia sin espesor alguno. En The Killers todo se ha ido adelgazand­o. El registro de Brandon Flowers ha evoluciona­do en forma inversa a la gran mayoría de los cantantes populares que sacrifican agudos a medida que pasa el tiempo. Ahora entona engolado como si para levantar la voz tuviera que ponerse en puntillas y estirar el cuello maridando una especie de soul blanqueado ajeno a cualquier atisbo de sangre y sudor. Luego, el tra- bajo instrument­al continúa en reversa. Las líneas de bajo punzantes de Mark Stoermer y la energía del baterista Ronnie Vanucci se han diluido, mientras el guitarrist­a Dave Keuning permanece fiel a su estilo minimalist­a fotocopia de la fotocopia de algún riff y efecto perdido de The Edge.

La supuesta ironía contenida en el single The man -una canción discoteque­ra que tiene nada menos que 14 firmas-, se concentra en un festival de clichés ochenteros. Un montón de créditos que no logra ocultar lo central: The Killers se ha ido desequilib­rando siempre en favor de Flowers, hasta convertir a los restantes músicos en mera comparsa. Este grupo, que en sus inicios fue empaquetad­o y ofrecido como rock indie, terminó en esa liga donde figuran Bon Jovi y Maroon 5, rock pop corporativ­o jugoso en ganancias y escaso en esencia.

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WONDERFUL WONDERFULT­HE KILLERS
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