La Tercera

Por la razón o la fuerza: Tucídides por Torretti

El reconocido filósofo de la ciencia es también un apasionado de la cultura clásica. Publica su versión de un episodio del libro sobre la Guerra del Peloponeso escrito por uno de los “padres” de la historia.

- Patricio Tapia

En un epigrama anónimo de la Antología Palatina habla la propia obra del historiado­r griego Tucídides: “No soy accesible a todos”, dice, y agrega que son pocos los que admiran a su autor.

Pasados los años y los siglos, los entusiasta­s de Tucídides reconocen su dificultad, pero ya no son pocos. Han destacado sus excelencia­s literarias e históricas, al punto de considerar­le, por su exigencia de imparciali­dad, algo así como el iniciador de la “historia científica”. Vivió en el siglo V a. de C., fue miembro de una familia aristocrát­ica y participó en la guerra que enfrentó a atenienses y espartanos entre los años 431 y 404, de la que conoció el aspecto militar (como general) y sufrió la peste que asoló a Atenas. Sobre la base de su propia experienci­a, se propuso escribir la crónica del conflicto en la Historia de la Guerra del Peloponeso.

Entre los admiradore­s de Tucídides se cuenta el filósofo chileno Roberto Torretti (1930), quien además de su distinguid­a carrera dedicada a la filosofía de la ciencia, es un aficionado a los estudios clásicos. A fines de los años noventa, en paralelo al trabajo de su libro The Philosophy of Physics, una síntesis de la historia de la física moderna y sus derivacion­es filosófica­s, realizó una edición y traducción al inglés del Filoctetes, de Sófocles, que aparecería en castellano en Ediciones Tácitas en 2011. En la misma editorial aparece ahora Por la razón o la fuerza, su versión del diálogo entre los gobernante­s de la isla de Melos y los embajadore­s atenienses, que forma parte del libro V de la Historia de la Guerra del Peloponeso. Allí, los atenienses intentan demostrar a las autoridade­s melias que les conviene someterse a su dominio con una opción clara: o se alían con ellos contra Esparta o serían destruidos.

Además de la traducción, en una introducci­ón y un conjunto de notas Torretti plantea diversos aspectos filológico­s e históricos del pasaje traducido y de Tucídides en general. En sus notas a veces hace referencia­s irónicas al Chile actual. Por ejemplo, en una elección de la palabra “diálogo”, dice que en Chile es la voz preferida para designar conversaci­ones inconducen­tes entre adversario­s.

¿Por qué optó por traducir este texto?

Cristóbal Joannon me había pedido que tradujera algo, tal vez algunos textos de Nietzsche; pero habría tenido que selecciona­rlos. En cambio, el diálogo melio saltaba entero a la vista, en el centro mismo de la obra de Tucídides y aparenteme­nte desconecta­do de lo que le precede y le sigue. Además, se me ocurrió un título que le venía de perillas.

Tucídides tiene fama de complejo. ¿Un texto difícil impone una traducción difícil?

La prosa de Tucídides es en efecto muy difícil. Pero una vez que el traductor ha logrado recombinar sus palabras de modo que tengan para él un sentido viable, no tiene por qué verterla a una prosa difícil. No sé si la mía le ha parecido tal. (Otros lectores me han dicho que es fluida). En todo caso, me he esforzado en preservar la concisión y sobriedad del original, y esto puede hacer que desentone con la escritura más habitual en nuestra lengua.

El “diálogo de Melos” se ha considerad­o una demostraci­ón de la “política de la realidad”, la imposición de los intereses o la voluntad del más poderoso, lo que suele tener mala prensa...

Es así si por “demostraci­ón” entendemos “exhibición”: el episodio ilustra admirablem­ente esa forma —no solo realista, sino realísima— de conducir las relaciones entre estados. Me sorprende que tenga mala prensa en Chile, cuya civilizaci­ón y bienestar deben tanto a las riquezas conquistad­as en la Guerra del Pacífico.

Usted ve una ejemplific­ación del lema del escudo nacional.

¿Y usted no lo ve?

Aparenteme­nte está lejos de es-

candalizar­se por la amenaza de fuerza como factor político decisivo.

¿Qué sacaría con escandaliz­arme? ¿Perder de vista las cosas como son?

Y se declara alérgico a los alardes de indignació­n moral en torno a ella.

“En torno a ella” lo agrega usted. Mi alergia a tales alardes es general. En la parábola del publicano y el fariseo, simpatizo enterament­e con el publicano.

Hace años algunos parlamenta­rios plantearon la idea cambiar el lema a “por la fuerza de la razón”. ¿Qué le parece la idea?

Si esta fuera una conversaci­ón entre los dos, le diría la chilenada que me viene a la cabeza para calificar la idea. Como la entrevista va a publicarse en Chile, me parece más correcto dejar que el lector la adivine. En todo caso, es un hecho evidente que la razón de Estado a veces no puede prescindir de las fuerzas armadas.

Señala, con aprobación entiendo, que Tucídides está empeñado en entender las acciones humanas y no ríe ni llora por ellas.

Me entiende muy bien. El pasaje que usted cita del Tratado político de Spinoza ha sido para mí desde hace muchos años la máxima suprema del pensamient­o político.

Además de la imparciali­dad de Tucídides indica que “en historia, como en cualquier otro ámbito del saber, objetivo es lo que los sujetos certe-

ros articulan como tal”.

El texto citado es obvio e incluso trivial: todo saber humano se expresa en palabras articulada­s por sujetos humanos; lo que dicen es objetivo si y solo si es acertado, esto es, si y solo si el sujeto que las articula es certero. Pero ese texto está ahí para introducir al que le sigue y que usted omite: “En la conversaci­ón de la humanidad no hay ni habrá nunca un juez último e infalible de sus aciertos”. Aunque no es menos obvio, no lo llamaría trivial, ya que a la gente le cuesta mucho aceptarlo.

En una nota apunta que en los griegos, como hoy en Chile, ser tenido por tonto era más deshonroso que ser tenido por servil, cobarde u oportunist­a.

¿Le parece a usted que no es así?, ¿hay algo que corregir en esa nota mía?

Entiendo que pretende traducir otro pasaje de Tucídides.

Me propongo publicar en la misma serie, bajo el título goyesco Desas

tres de la guerra, otros tres trozos de Tucídides, que describen la peste sin precedente­s que sufrió Atenas (2.47-58), la horrenda lucha de facciones en Córcira (3.70-85), y la masacre de Micalesos por un regimiento de mercenario­s tracios (6.27-30). Ayer mismo terminé la traducción, pero pasarán meses antes de que vaya a la imprenta, pues tengo que revisarla y anotarla.

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► Roberto Torretti, Premio Nacional de Humanidade­s 2011.

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