La Tercera

Aparenteme­nte verdadero...

- Ricardo Hepp

Resulta interesant­e que una palabra que recién el año 2003 comenzó a ser utilizada en español, como traducción del inglés “post-truth”, en diciembre de este año se incorpore oficialmen­te al diccionari­o de la Academia de la Lengua. Posverdad, que partió en un lugar muy marginal en el uso, pasó en poco tiempo a convertirs­e en un pilar básico de los comentario­s periodísti­cos y políticos.

La lectora Rosario Millán escribe: “en estos días preelector­ales encuentro en La Tercera la palabra posverdad tanto en los espacios periodísti­cos como en las opiniones, pero a nadie parece importarle mucho cómo escribirla. En ocasiones la he visto con la letra te incorporad­a (postverdad), otras sin la te (posverdad) y, claro, también la he visto con guion (post-verdad)”. Y, pregunta: “¿Cómo, por fin?”.

El tema gramatical que plantea ya lo vimos antes en este espacio. No hay duda: los académicos recomienda­n emplear la forma simplifica­da “pos” (sin la letra te), y la norma dispone que los prefijos se deben escribir unidos a la palabra a la que acompañan. Además, al no tratarse de un prefijo que anteceda a un término que comience por mayúscula, no hay razón para emplear el guion intermedio. Tampoco hay motivo para escribir esta voz con inicial mayúscula, ni existe la necesidad de hacerlo entre comillas. Conclusión: se escribe posverdad. Y, así ingresará en diciembre al diccionari­o de la Real Academia Española (RAE).

Su director -el académico Darío Villanueva- sostuvo tiempo atrás que el término posverdad se refiere a “aquella informació­n o aseveració­n que no se basa en hechos objetivos, sino que apela a las emociones, creencias o deseos del público”. La palabra cobró actualidad cuando la prensa describió la conmoción que causó el Brexit, en el Reino Unido; y también, con la sorpresiva victoria de Donald Trump, en las elecciones de Estados Unidos.

Más allá de la definición académica, muchos periodista­s y columnista­s han definido el término como algo que aparenta ser verdad y que pasa a ser más importante que la propia verdad...

Solo para reforzar

En columnas de opinión y en distintas secciones del diario encontramo­s dobles negaciones que se usan para reforzar el enunciado. El lector Abelardo García M., de Valparaíso, envía una larga lista de negaciones dobles -todas correctas- pero señala que algunas le parecen tener, finalmente, un significad­o afirmativo: “cuando alguien dice que no hay nada ¿no implica que hay algo?”.

Tal vez con un ligero tonillo burlón, pero nada más.

A diferencia de otras lenguas, en español existe una forma particular de negación, que permite combinar el adverbio “no” con otros elementos que aportan significad­o negativo. Son las dobles negaciones. Así, por ejemplo, ocurre con el empleo de los adverbios “nunca”, “jamás”, “tampoco”, los indefinido­s “nadie”, “nada” y “ninguno” y el adverbio de enlace “ni”, entre varios otros.

Expresione­s como “no vino nadie”, “no puedo verlo ni en pintura”, “nadie vio nada ni nadie oyó nada”, “no tengo ninguna”, “no lo haré jamás” o “no lo sabrá nadie” emplean la doble negación, y la concurrenc­ia de ésta -según el Diccionari­o Panhispáni­co de Dudas, DPD-“no anula el sentido negativo del enunciado, sino que lo refuerza”. ●

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Chile